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Nike vs. Adidas: conflicto entre marcas

No es necesario esforzar mucho la vista para encontrarlas en cualquier escenario deportivo. Las tres bandas blancas y el bastoncillo pueden aparecer en una media, una camiseta, en los tenis, en las vallas comerciales, en los spots publicitarios que constantemente interrumpen las transmisiones televisivas. Nada parece detenerlas.



La guerra entre ellas ya sobrepasa las tres décadas y no tiene a un ganadora definida. Cada una de las compañías aprovecha los grandes eventos e  intenta distanciarse y que esa diferencia se vea reflejada en la cantidad de ceros a la derecha de sus enormes cuentas bancarias; sin embargo, la competencia es demasiado fuerte y hoy resulta complicado distinguir cuál de las dos marcas lleva la delantera en uno de los mercados de mayor crecimiento: el de las indumentarias deportivas. Nike vs. Adidas, las dos gigantes continúan enfrentadas por obtener a un mayor número de clientes y con tal de lograr su objetivo, ambas están dispuestas a todo.

 La historia del conflicto

De seguro Adi Dassler no pudo imaginar en 1920 que su idea de confeccionar un calzado especial deportivo, con los pocos materiales disponibles en la Alemania de la posguerra, se convertiría, en las siguientes décadas, en una de las compañías multinacionales más potentes.

Pasarían casi veinte años desde aquel histórico momento, hasta que en 1948 Dassler registró como marca a las tres rayas blancas y decidió nombrarlas con las primeras sílabas de su nombre y apellido: Adi-Das. La inserción de la compañía en el deporte se inició a partir del Campeonato Mundial de fútbol de 1954, celebrado en Suiza. La selección de la entonces República Federal Alemana (RFA) llegó a la final frente a Hungría, remontó un marcador en contra y gracias a dos goles de Helmut Rahn pudo alzar, por primera vez, la Copa Jules Rimet.

La mayoría de los jugadores teutones emplearon zapatillas Adidas en ese Mundial y el triunfo resultó una excelente publicidad para una marca que buscaba abrirse un espacio. En 1978 ya Adidas había cobrado fuerzas; pero la muerte de Dassler fue un duro golpe. Su hijo Hort continuó con el negocio familiar y a su inesperada muerte, en 1987, su madre toma una decisión que cambiaría el futuro de la compañía: la convirtió en una corporación.

Su gran rival, Nike, tardó un poco más en hacer su entrada en el negocio. A finales de los años sesenta del siglo pasado, Phil Knight, un norteamericano que llevaba una década comercializando en Oregón las zapatillas japonesas Tiger, decidió registrar su empresa bajo un nuevo nombre: Nike, en alusión a la diosa de la victoria griega Atenea Niké.

Los negocios de sus propias zapatillas fueron por buen camino y en 1971 Knight le encargó a la estudiante Caroline Davidson—su futura esposa—que diseñara un logo para Nike. Así surgió el Swoosh, lo que muchos llamamos “el bastoncillo”, tan reconocido hoy.

En los primeros tiempos, Nike tuvo dificultades financieras, una situación que se revertiría a mediados de los años ochenta cuando la compañía “fichó” a un joven baloncestista, campeón olímpico en Los Ángeles 1984, y que debutaba en la National Basketball Association (NBA): Michael Jordan. La unión persistiría por décadas y demostró ser mutuamente beneficiosa.

Resulta muy difícil establecer en qué momento comenzó la guerra entre las dos marcas. Quizás se intensificó cuando cada una intentó ocupar espacios de mercado que, tradicionalmente, pertenecían a la otra.

El deporte más universal de todos, el fútbol, ha sido escenario de los más fuertes enfrentamientos entre Adidas y Nike. Adidas domina más de un 35 % de la cuota del enorme mercado futbolístico, seguida por Nike, con una cifra cercana al 32 %. Por detrás, un contrario que ha ganado fuerzas en el último lustro: Puma, con casi un 10%. Como curiosidad, esta compañía fue fundada por el hermano de Adi Dassler, Rudolf, en el mismo pueblo donde nacieron los dos hermanos.

Adidas es uno de los patrocinadores oficiales de la Copa Mundial de fútbol, el segundo evento deportivo de mayor importancia, solo superado por los Juegos Olímpicos. Un contrato de 350 millones de dólares le aseguró a Adidas la posibilidad de equipar a los árbitros, voluntarios y vender de forma exclusiva sus productos en el país sede del Mundial hasta 2014.

Nike ha empleado como estrategia el contrato de varios de los principales equipos y estrellas del fútbol. Su triunfo más rutilante fue la firma de los pentacampeones brasileños quienes deberán vestir indumentaria de Nike por catorce años más, por un precio de 114 millones de dólares, la cifra más alta recibida por una Federación nacional.

BATALLA OLÍMPICA

En los Juegos Olímpicos de Beijing la lucha entre las dos transnacionales por ocupar el que muchos aseguran será el segundo mercado en importancia, detrás del norteamericano, fue muy fuerte.

Adidas, una vez más, se asoció con el Comité Olímpico Internacional (COI) y el Comité Organizador, por más de cien millones de dólares. Además, aportó la vestimenta utilizada por los voluntarios y oficiales técnicos. La condición de  “socio exclusivo” del COI le permitió vender su mercancía en más de cuatro mil puestos en toda la ciudad, incluido un enorme centro comercial en Beijing.

Nike logró firmar a 22 de las 28 federaciones deportivas chinas y esto dio lugar a situaciones ridículas. Por ejemplo, un atleta debía competir utilizando la indumentaria de Nike; pero si resultaba premiado y Adidas tenía el contrato con su país, entonces el deportista estaba obligado a cambiarse de ropa y vestir las tres bandas.

Otro momento risible ocurrió con la batalla legal ganada por Nike sobre su rival en relación con… el tamaño de la marca. La altura de las tres bandas de Adidas sobrepasaba los centímetros estipulados y ante el reclamo, los deportistas tuvieron que cubrir con cintas adhesivas el logo de Adidas. No importó que el espectáculo visual se viera disminuido.

El enfrentamiento entre las dos gigantes no encuentra un momento de tregua. Cada vez asombran más las cifras millonarias que reciben los atletas por vestir determinada marca; pero no aumentan los pobres salarios de las personas que trabajan largas jornadas en países asiáticos en la producción de las zapatillas especiales con la cuales Messi, Kaká y Kobe Bryant, por solo citar a tres de los más famosos, maravillan a los fanáticos. Paradojas de un negocio que algunos todavía llaman deporte.

Publicado en la revista Alma Mater

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