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La Olimpiada de Capablanca

En la historia de más de ocho décadas de las Olimpiadas de ajedrez, solo cuatro jugadores cubanos han obtenido una medalla en estas citas. Todas han sido valiosas; aunque nadie dudaría que la más importante de las preseas sea la que ganó José Raúl Capablanca, como el mejor primer tablero del torneo celebrado en Buenos Aires, en 1939.

Aquella fue una Olimpiada especial: por primera vez se celebró fuera de Europa y coincidió con el inicio de la invasión nazi a Polonia que desató la Segunda guerra mundial. La conflagración impactó notablemente en el desarrollo del evento que será recordado por siempre como uno de los más polémicos de todos los tiempos.

El certamen argentino marcó el debut de Cuba en las Olimpiadas y la selección de los ajedrecistas que conformaron el equipo desató no pocas controversias en La Habana. El primer tablero lo defendería Capablanca. Su nivel de juego había descendido notablemente  en la década del treinta; pero mantenía intacto su prestigio. Las discrepancias se centraban en los otros hombres que acompañarían a Capablanca.

Para esa fecha el ajedrez en Cuba estaba dividido en dos federaciones paralelas enfrentadas entre sí. Cada una quería presentar a una selección diferente en la Olimpiada y como el consenso demoraba en aparecer, la Dirección general de deportes, una entidad creada en 1938, decidió organizar una competencia denominada “Torneo selección”, del que saldrían los cuatro integrantes del equipo nacional.

En ese torneo participaron los 13 mejores ajedrecistas del país, sin incluir, por supuesto, a Capablanca. El primer lugar lo ocupó, de forma sorpresiva, Alberto López Arce quien no era uno de los favoritos, pero jugó de forma impecable y terminó igualado en la primera posición con el más conocido Miguel Alemán. Ambos alcanzaron 19,5 puntos de 24 posibles.

Luego de López y Alemán se ubicaron Rafael Blanco y Francisco Planas. Capablanca fue el encargado de designar el orden de los tableros y decidió que cada uno ocuparía la posición en la que había concluido el torneo. Como Planas terminó cuarto, fue nombrado el suplente.
A la Olimpiada de Buenos Aires asistieron 27 países y 133 ajedrecistas, cifras récords para la época. Los organizadores dividieron a los equipos en cuatro grupos y Cuba fue ubicada en uno de los menos complicados, junto a Palestina, Guatemala, Estonia, Suecia y Noruega. Solo los cuatro primeros avanzaban a la fase final, mientras los últimos quedaban para disputar la “Copa Presidente”.

El debut de los cubanos fue excelente, pues vencieron 3-1 a Palestina y al día siguiente, con el mismo marcador, a Guatemala. A partir de allí comenzaron las dificultades y el equipo cayó en cuatro matches consecutivos; no obstante, logró clasificarse a la ronda de los 16 mejores. Capablanca no mostró una gran combatividad en la primera fase, ya que solo obtuvo una victoria y entabló las otras cuatro partidas. Paradójicamente, Francisco Planas, el suplente, fue el jugador más productivo: alcanzó cuatro puntos en las cinco partidas desarrolladas. El cuarto tablero, Rafael Blanco, ni siquiera se sentó frente al tablero.

El comienzo de la fase final coincidió con el inicio de la Segunda guerra mundial. Inglaterra decidió retirarse de la Olimpiada y los organizadores tuvieron que aplicar la diplomacia hasta el último momento para convencer a las delegaciones de no cancelar la cita. Finalmente los capitanes de equipos estuvieron de acuerdo en continuar; aunque varios matches quedaron igualados de antemano, pues las naciones involucradas ya se habían declarado en guerra. De esta forma, Francia y Polonia dividieron los puntos con Alemania.

Los cubanos obtuvieron algunas victorias realmente muy buenas; aunque, como se esperaba, quedaron lejos de las primeras posiciones y culminaron en el undécimo puesto. En total triunfaron en cuatro matches, ante rivales inferiores en aquel momento como Dinamarca, Brasil, Lituania y Chile. A pesar de las repetidas derrotas, la antepenúltima presentación de la selección nacional recibió una especial atención, ya que se esperaba un duelo entre el campeón mundial Alexander Alekhine y José Raúl Capablanca.

Doce años atrás, en la misma ciudad, el ruso nacionalizado francés había vencido, quizás de forma sorpresiva, al entonces monarca. Por más de una década Capablanca buscó una revancha que nunca recibió. Las relaciones de los dos geniales jugadores se deterioraron y en 1939 todavía seguían sin dirigirse la palabra. El ansiado duelo no llegó a celebrarse porque el cubano encontró una forma de molestar, una vez más, a su encarnizado rival: decidió descansar y en su lugar envió el jugador de peor desempeño del equipo, López Arce, quien rindió su rey ante Alekhine.

Para sorpresa de muchos, Alemania ganó la Olimpiada y aún más sorprendente fue que ninguno de los ajedrecistas germanos quisiera regresar a su país. Todos optaron por vivir en Argentina, al igual que varios jugadores europeos, sobre todo aquellos con raíces judías.

José Raúl Capablanca, en su única presentación olímpica, concluyó invicto, con 8,5 puntos de 11 posibles, por lo que resultó el mejor primer tablero y recibió la medalla de oro. En realidad Capablanca aportó más, pues en total logró 11,5 unidades, solo que la primera fase nunca fue contabilizada, única ocasión en la historia que esto ha sucedido.

La Segunda guerra mundial detuvo el desarrollo de los más importantes eventos deportivos y la Olimpiada de ajedrez no fue una excepción. La siguiente cita se efectuó en 1950, en Dubrovnik, Yugoslavia, y muchas cosas habían cambiado en el juego ciencia cubano. La más importante de todas era que ya no estaba Capablanca y todos sabían que nada volvería ser igual.

Actuación de los cubanos en Buenos Aires 1939:
José Raúl Capablanca,  + 7    =9 – 0    (11,5 puntos de 16 posibles) (ORO)
Alberto López Arce         + 1   = 3  – 11  (2,5 puntos de 15 posibles)
Miguel Alemán Dovo       + 5   = 4 – 10  (7 puntos de 19 posibles)
Rafael Blanco Estera       + 2   = 0 – 6   (2 puntos de 8 posibles)
Francisco Planas García  + 8  = 3  – 7   (9,5 puntos de 18 posibles)

Descargue TODAS las partidas de la Olimpiada de 1939 aquí (.pgn)

Publicado en Habana Radio

3 comentarios

  • Miguel A Sanchez

    Me parece muy acertado este resumen sobre la participación del equipo cubano en la Olimpiada de Ajedrez de Buenos Aires en 1939

  • Miguel A Sanchez

    Es necesario agregar que dos de los más fuertes jugadores cubanos de entonces, el abogado Rosendo Romero y el estudiante de medicina Juan González no compitieron en el torneo eliminatorio, ambos con motivo de sus trabajos o estudios. Rometo estaba entonces envuelto en una campaña por la alcaldía de la ciudad de Camaguey, mientras que González tenía exámenes de su carrera, la cual finalizó felizmente. Con ambos el equipo cubano hubiera mejorado algo su actuación en la fase final, pero no al extremo de competir por medallas.

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