Fue uno de los jugadores más brillantes de su generación y, sin dudas, el mejor de los escandinavos, durante décadas, hasta la llegada al universo ajedrecístico de Magnus Carlsen. Ganó muchos torneos; sin embargo, su figura se recuerda en ocasiones más por la aplastante derrota que sufrió ante Bobby Fischer, en un match desarrollado en 1971. Ironías de la vida, con las que siempre supo lidiar el danés Bent Larsen.
Nunca tuvo maestros, así que su crecimiento en el llamado juego ciencia fue completamente autodidacta. En una entrevista recordó que siempre fue un niño enfermizo y las prolongadas estancias dentro del hogar lo llevaron a aproximarse a los tableros. A los 19 años ya era campeón de Dinamarca, un título que retuvo durante la siguiente década y por eso a nadie le extrañó que en 1954 formara parte del equipo danés a la Olimpiada, celebrada en Ámsterdam.
Dos años más tarde, en la siguiente versión de la Olimpiada, jugada en Moscú, Larsen logró una de sus actuaciones más memorables, pues conquistó la medalla de oro, como mejor primer tablero, al totalizar 14 puntos de 18 posibles.
Las puertas quedaron abiertas para su primera incursión en los torneos interzonales; aunque este debut sería recordado por él como “su mayor desastre en el ajedrez. Terminé en el puesto 16 y no me lo pude explicar”. El evento se celebró en Portoroz, en 1958, y en la nómina hubo 21 jugadores. Mijaíl Tal ganó sin complicaciones; mientras Larsen, de 23 años, hizo solo 8,5 puntos.
Larsen parece que en esa época no tenía buenas relaciones con el presidente de la Federación danesa y cuando en 1961 tuvo que ir a cumplir, por dos años, el servicio militar obligatorio, quizás no pocos pensaron que había terminado la carrera del prometedor joven. No fue así y luego de su alejamiento involuntario de los tableros, Larsen regresó con más bríos.
En 1964 el torneo Interzonal tuvo lugar en Ámsterdam. En la ciudad holandesa Larsen mostró un gran nivel y sus horas de entrenamiento físico con los militaron ayudaron porque la nómina del certamen fue de ¡24! jugadores y el danés concluyó igualado en la primera posición (17 puntos) con los dos anteriores monarcas mundiales, Vassily Smislov y Mijaíl Tal y con el siguiente campeón, Boris Spassky.
El sistema de desempate lo dejó en la segunda posición, así que avanzó a los matches semifinales; pero los duelos personales nunca fueron su fuerte: su triunfo en la ronda inicial de 1965 contra Boris Ivkov, por 5,5 a 2,5, quedó opacado por el cerrado revés ante Mijaíl Tal (4,5 a 5,5). En 1967 Larsen sobresalió otra vez en un Interzonal, efectuado en Sousse, Túnez. Su categórico triunfo, con un punto y medio de ventaja sobre el segundo puesto, Viktor Korchnoi, le permitió jugar en otro match de candidatos.
Larsen había crecido como ajedrecista. Después de Sousse ganó eventos en Winnipeg, Palma de Mallorca, La Habana y Monte Carlo. Estaba en la cúspide. Solo él y Bobby Fischer representaban una seria amenaza el dominio absoluto que ejercían los ajedrecistas soviéticos. Sus brillantes desempeños entre 1966 y 1967 le permitieron obtener el primer Oscar del ajedrez. No obstante, su gran sueño, jugar por la corona universal, seguía pendiente.
Ese ansiado objetivo estuvo más cerca luego del triunfo de Larsen en el match de cuartos de final sobre el húngaro Lajos Portish, en 1968; pero más tarde cedió, en la semifinal, ante el futuro monarca, Boris Spassky. La perseverancia era una característica de la personalidad de Larsen, por lo que regresó al Interzonal de Palma de Mallorca, en 1969, y allí solo fue superado por Bobby Fischer. El excéntrico norteamericano tuvo un rendimiento impresionante, pues alcanzó 18,5 puntos de 23 posibles y solo sufrió una derrota, a manos de Larsen quien finalizó segundo, con 15 unidades.
Ambos hombres volverían a enfrentarse, en 1971, y el resultado sería vital para el desarrollo de sus carreras; pero antes Larsen se vio envuelto en otra polémica con Bobby. En 1970 se jugó un evento que es recordado como uno de los más famosos en la historia del ajedrez: el match del Mundo vs. Unión Soviética.
Larsen exigió ser el primer tablero del equipo Mundo, un puesto que muchos pensaban sería para Fischer; pero, finalmente, el danés se salió con la suya y terminó con 2,5 puntos, en sus cuatro partidas. De ellas, tres fueron contra Spassky—todas tablas—y una con Leonid Stein a quien venció.
La escena quedó lista para el match semifinal de candidatos, en 1971. Larsen tuvo un inicio impetuoso y derrotó a Ulhmann por 5,5 a 3,5; mientras, Fischer aplastó a Mark Taimanov por 6 a 0. El duelo estaba planteado. En 1959 Larsen trabajó junto a Bobby como su entrenador; sin embargo, 12 años más tarde, el danés confiaba en derrotar al genio estadounidense.
Antes de que se moviera la primera pieza del match, las cosas comenzaron a salir mal para Larsen. La ciudad escogida, Denver, era muy calurosa y como el europeo no estaba acostumbrado a eso, pues no se cansó de criticar las condiciones del duelo. No obstante, el nivel de Fischer era superior. Las dos primeras derrotas descontrolaron a Larsen.
Tal vez otro hubiera optado por arriesgar menos y tratar de superar con algunos empates sus problemas emocionales frente al tablero. Nunca funcionó así con el danés quien eligió una estrategia equivocada y cedió en las siguientes cuatro partidas, para un apabullante resultado final de 6 a 0 que le permitió a Fischer avanzar al match final contra Tigrán Petrosián y luego disputar el título mundial, en 1972. Ese año venció a Spassky y se convirtió en el undécimo campeón.
Para Larsen el revés contra Fischer representó su última gran oportunidad de luchar por el cetro. A pesar de ganar una vez más un torneo Internazonal (Biel, 1976), un año después cayó ante Portish en el match de candidatos y su vida ajedrecística mantuvo un imparable retroceso.
VISITAS HABANERAS
El danés estuvo dos veces en Cuba. El primer viaje fue para participar en la Olimpiada de La Habana, en 1966, como líder del equipo de su país. Aquí Larsen volvió a demostrar que las tablas no eran lo suyo, pues de las 18 partidas, ganó nueve, perdió cinco y solo dividió el punto en cuatro encuentros.
Su presentación habanera comenzó de la peor manera, pues Larsen inclinó su rey al norteamericano Robert Byrne. Luego la situación empeoró, ya que cedió contra Tigrán Petrosián (URSS), Fridik Olaffson (Islandia), Wolfgang Uhlmann (de la entonces República Democrática Alemana) y Lajos Portish (Hungría).
Los reveses consecutivos, ante rivales de mucha calidad, no inquietaron a Larsen y en la segunda parte del evento mantuvo su combatividad, solo que ahora abundaron las victorias, hasta lograr los 11 puntos.
Parece que la capital cubana le causó una agradable impresión al danés, porque un año después retornó para intervenir en la quinta edición del Memorial Capablanca. De seguro el recuerdo habanero fue, esta vez, mejor: Larsen ganó convincentemente el torneo, con un punto y medio de ventaja sobre los favoritos Mark Taimanov y Vassily Smislov. Detrás de ellos quedaron Miroslav Filip, Svetozar Gligoric y Lev Polugaevsky, todas importantes figuras de la época.
Larsen vivió sus últimas décadas en Argentina, país al que llegó después de casarse con Laura. La diabetes le provocó muchos problemas y a los 75 años falleció una de las grandes figuras del ajedrez. “Yo juego para ganar” fue el título de uno de los libros de Bent Larsen quien dejó para la posteridad un legado de combatividad que lo mantuvo siempre alejado de las tablas y una apertura que lleva su nombre (1.b3).
Publicado en Habana Radio