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Expansión de la MLB: ¿un nuevo mapa para el béisbol?

Cuando Rob Manfred apareció en la transmisión de Sunday Night Baseball no se anduvo con rodeos. Dijo que una futura expansión de Grandes Ligas no solo significaría sumar dos franquicias, sino redibujar el mapa completo del béisbol. ¿Será?

El béisbol no es solo números, es narrativa

Las ligas no se entienden únicamente desde los box scores. También desde la manera en que se arman sus divisiones, la ruta de los viajes y la lógica de los calendarios. Recordemos el ejemplo más reciente: los Diamondbacks de Arizona, en 2023, ganaron apenas 84 juegos, entraron sextos en la Liga Nacional y acabaron en la Serie Mundial. Con otro reparto geográfico, ni siquiera habrían llegado a octubre.  

Viajes, husos y la TV que manda

Uno de los grandes dilemas de la MLB moderna son los viajes interminables. Ocho equipos están en la costa Oeste o la montaña, otros ocho en la franja Central y catorce en el Este. Si aparece un noveno club en el Oeste, la balanza se rompe y alguien quedará mal ubicado, obligado a cruzar medio país demasiado a menudo.

Además está la televisión. Ese horario de las 10 p.m. ET, tan poco amable para la Costa Este, podría transformarse en un activo si se diseñan choques directos entre equipos del Pacífico. Manfred lo tiene claro: la geografía no es solo logística, es también negocio.

El corazón del juego: las rivalidades

El béisbol vive de sus historias. Y nada cuenta mejor que una rivalidad. Algunas son intocables: Yankees–Red Sox, Giants–Dodgers, Cubs–Cardinals. Otras se han forjado más recientemente, como Rangers–Astros desde que Houston pasó al Oeste en 2013.

En un rediseño, MLB no puede olvidar que son esos enfrentamientos los que llenan estadios y hacen que la gente se quede pegada a la pantalla. Incluso los clásicos interligas, como Yankees–Mets o Cubs–White Sox, podrían transformarse en choques divisionales si se reacomoda el tablero. Y eso sería dinamita pura.

¿Cuatro bloques grandes o muchas mini-divisiones?

La discusión técnica está sobre la mesa: ¿dividir la liga en cuatro divisiones de ocho equipos o en ocho divisiones de cuatro?

La primera opción es más clara, protege rivalidades y da un valor real a ganar tu grupo. La segunda permitiría balancear mercados, pero también bajaría la vara para llegar a postemporada, un riesgo que el sindicato de jugadores no piensa tolerar porque abriría la puerta a dueños conformistas, poco dispuestos a invertir.

El eterno debate del calendario

Desde 2023 la liga ensaya un calendario más equilibrado, con más series interligas. La expansión vuelve a abrir la pregunta: ¿162 juegos, 160, 156 o 154?

El número de 154 tiene su encanto. Respeta la tradición, libera un poco de calendario y adelanta los playoffs a un clima más benévolo. Un ejemplo: 70 juegos divisionales, 48 contra rivales de tu liga fuera de división y 36 interligas. Suena razonable, ¿no?

Octubre, cada vez más grande

Lo que no cambiará es el tamaño de los playoffs: seguirán siendo multitudinarios, con 12, 14 o incluso 16 invitados. Lo esencial es que el mejor equipo tenga un premio real. La llamada “victoria fantasma” —empezar una serie con un triunfo de ventaja para el primer lugar— gana adeptos porque otorga sentido a la maratón de seis meses. Sin ese incentivo, se corre el riesgo de que la temporada regular se devalúe.

Ciudades con hambre de béisbol

Los nombres suenan desde hace años: Nashville, Montreal, Portland, Salt Lake City, Orlando, Charlotte, San Antonio, Austin, incluso Ciudad de México y Vancouver. Cada una con su grupo de inversionistas, su sueño de estadio y su bandera. Manfred admite que nada ocurrirá antes de su retiro, pero las piezas ya se están moviendo. Proyectos como Portland Diamond Project, Big League Utah, Music City Baseball o los Orlando Dreamers no se cansan de tocar la puerta.

El veredicto

La última expansión de Grandes Ligas fue en 1998. Han pasado casi tres décadas. El béisbol necesita crecer, no solo por la emoción de ver dos nuevas franquicias, sino porque la liga requiere ordenar sus viajes, alimentar la televisión y cuidar esas historias que convierten cada temporada en una novela de verano e invierno.

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