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Yoshinobu Yamamoto, el samurái que cambió la historia de los Dodgers

Cuando los Dodgers de Los Ángeles firmaron a Yoshinobu Yamamoto por 325 millones de dólares y 12 años, más de un analista levantó la ceja. Apostar esa cifra récord por un lanzador que nunca había hecho un pitcheo en las Grandes Ligas parecía, cuanto menos, temerario.
Dos temporadas después y con dos anillos consecutivos de Serie Mundial, nadie cuestiona esa decisión. El japonés no solo justificó cada dólar, sino que transformó la percepción del lanzador asiático en la MLB moderna.

Un héroe improbable en el séptimo juego

La Serie Mundial 2025 pasará a la historia por su dramatismo. Los Dodgers y los Blue Jays de Toronto llegaron empatados a tres triunfos, y el séptimo desafío en el Rogers Centre se convirtió en una epopeya de 11 entradas. Cuando Dave Roberts llamó al bullpen y Yamamoto salió trotando hacia el montículo, la incredulidad fue general. Apenas 24 horas antes había lanzado seis innings en el Juego 6. Nadie esperaba que repitiera. Nadie, salvo él.

El japonés trabajó 2 2/3 entradas sin permitir carreras, escapó de un atasco con dos corredores en base y terminó sellando el triunfo 5-4 que dio el título a los Dodgers. Su serenidad contrastó con la euforia del estadio. “No sabía si iba a poder lanzar hoy, pero estoy feliz de haberlo hecho”, confesó.

Tres victorias, una Serie Mundial legendaria

Las cifras del nuevo MVP del Clásico de Otoño son de otro tiempo:

  • 3 victorias, 1.02 de efectividad, 17 ⅔ innings lanzados, solo 10 hits permitidos, 2 bases por bolas y 15 ponches.
  • Primer lanzador con tres triunfos en una Serie Mundial desde Randy Johnson en 2001.
  • El primero en ganar los Juegos 6 y 7 desde aquel mismo “Big Unit”.

Su dominio fue absoluto desde el juego completo del Juego 2, cuando anuló a la poderosa ofensiva de Toronto, hasta su inesperado papel de relevista en el decisivo séptimo duelo. En total, tres apariciones en siete días, un esfuerzo casi impensable en el béisbol contemporáneo.

La mentalidad samurái

En una época en la que los lanzadores son protegidos con descansos milimétricos, Yamamoto rompió los esquemas. “Es algo inaudito”, reconoció el mánager Dave Roberts. “Tiene una mente especial y una voluntad inquebrantable. Nunca había visto algo así”.

El preparador de pitcheo Mark Prior lo resumió con precisión: “Siempre busca ser mejor, perfeccionar su mecánica y encontrar nuevas maneras de dominar a los bateadores. Ver su preparación es una lección diaria”. Esa mentalidad obsesiva, casi artesanal, explica cómo un lanzador formado en la Nippon Professional Baseball se adaptó tan rápido al exigente calendario de la MLB.

Yamamoto, de apenas 27 años, representa el nuevo modelo de estrella global: disciplina japonesa, talento universal y una resistencia emocional poco común. Su ética de trabajo recuerda a figuras como Masahiro Tanaka o Hideo Nomo, pero su impacto competitivo se acerca más a los grandes nombres del montículo norteamericano.

El impacto en los Dodgers y en la MLB

Los Dodgers ya eran una máquina ganadora con Shohei Ohtani, Mookie Betts y Freddie Freeman, pero la llegada de Yamamoto añadió el componente de mística y sacrificio colectivo.
“Ganó esta serie para nosotros”, afirmó Glasnow. “Es uno de los tipos más enfocados que he conocido”.

Andrew Friedman, presidente de operaciones del club, fue aún más enfático: “Para mí, es el mayor logro que he visto sobre un terreno de Grandes Ligas. Lo que hizo en el Juego 7, 24 horas después de abrir el 6, es simplemente increíble”.

Con su actuación, Yamamoto se convirtió en el segundo jugador nacido en Japón que gana el MVP de la Serie Mundial, después de Hideki Matsui con los Yankees en 2009. Su gesta confirma la consolidación de una generación japonesa que ha redefinido el béisbol estadounidense.

Más allá del dinero

La historia de Yamamoto es la del riesgo calculado que se convierte en legado. Los Dodgers no solo compraron un brazo; apostaron por una mentalidad. En un equipo plagado de superestrellas, fue él quien encarnó el espíritu de lucha que define a los campeones.

En el museo de trofeos de Los Ángeles ya brillan dos anillos consecutivos y, en el centro, la placa dorada del MVP 2025. Si alguien aún duda de la inversión de 325 millones, solo tiene que mirar el marcador final del Juego 7 y el rostro sereno de Yamamoto al completar el último out.

El béisbol, a veces, se resume en una frase: “Hice lo que tenía que hacer”, dijo el japonés.
Y con eso escribió su nombre en la historia de la Serie Mundial.

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