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Desunión en el Reino del fútbol olímpico


El fútbol probablemente sea el deporte olímpico más polémico. Es el único donde no compiten los mejores atletas, también el único en el que los clubes profesionales pueden presionar a las selecciones nacionales para evitar la convocatoria de algún jugador; sin embargo, nadie ha propuesto su salida del programa de competencias. En Londres, al igual que en citas precedentes, el fútbol ha atravesado por varias controversias.

En 1908, fecha en la que se produjo la primera visita de las Olimpiadas a la capital británica, debutó el fútbol de forma oficial. Durante casi dos décadas, ese fue el principal torneo de equipos nacionales. Uruguay triunfó en las ediciones de 1924, en París, y en Ámsterdam, 1928; por tanto, en la actualidad luce en su uniforme cuatro estrellas, las dos alcanzadas en Olimpiadas y las ganadas en los Mundiales de 1930 y 1950.

Precisamente con la organización de la Copa Mundial, en 1930, crecieron los problemas entre la FIFA y el Comité olímpico internacional (COI).  La FIFA quería mantener la Copa como su evento más importante y le preocupaba la inclusión del futbol en los Juegos, porque lo veía como una posible “competencia”. Las discrepancias crecieron y, para 1932, en Los Ángeles, el fútbol quedó fuera. Después regresó; pero realmente la FIFA nunca le brindó un apoyo total.

Por casi un siglo, en las Olimpiadas solo participaron atletas amateurs, así que solo algunos de los mejores futbolistas de la pasada centuria pudieron defender los colores de su país. Entre 1948 y 1984, las naciones del antiguo campo socialista dominaron el fútbol olímpico; pero con los cambios implementados por el COI, a partir de 1988, comenzó una nueva etapa para el más universal de los deportes.

La aceptación de atletas profesionales en los Juegos obligó a la FIFA a negociar con el COI. La idea era mantener la Copa Mundial como el evento principal; pero la FIFA sabía que algo tenía que ceder. Entonces, se llegó a un acuerdo: participarían las selecciones menores de 23 años y en las nóminas podrían incluirse hasta tres jugadores que superaran esa edad.

Estas modificaciones posibilitaron que creciera la credibilidad del fútbol olímpico; aunque no terminaron las polémicas. Tal vez la más conocida de todas fue la que se desató antes de los Juegos de Beijing, en 2008. En Atenas, los argentinos lograron su primera corona olímpica y para la cita en la capital china esperaban contar con el liderazgo de su estrella, Lionel Messi; sin embargo, el Barcelona puso enormes obstáculos con el objetivo de impedir la presencia del mejor jugador del mundo.

Para muchos clubes, el hecho de que un futbolista defienda a su país, en una Olimpiada, es un riesgo que no están dispuestos a aceptar. Finalmente Messi compitió y Argentina revalidó su corona; pero otros jugadores no han tenido la misma suerte. La negativa de los clubes no solo ha recibido críticas. Algunos directores, especialistas y fanáticos están de acuerdo con las prohibiciones, porque la presencia en los Juegos de futbolistas de más experiencia debilitaría a los equipos que inician, a finales de agosto, sus temporadas en las diferentes ligas.

En la cita estival de 2012 las principales polémicas no estuvieron centradas esta vez en la asistencia o no de un determinado atleta, sino en el equipo local. La última vez que el Reino Unido compitió en una Olimpiada fue en Roma, 1960. Cuarenta y dos años después, los organizadores trataron de reunir nuevamente, en una misma selección, a representantes de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte; pero fracasaron en el intento.

Las Asociaciones nacionales de Irlanda del Norte y Escocia no le otorgaron el permiso a sus atletas— ¿habría alguno interesado?—y, por tanto, el equipo del Reino Unido quedó conformado solo por ingleses y galeses. El director técnico Stuart Pearce optó por convocar al veterano galés Ryan Giggs, en lugar del muy mediático David Beckham y esta decisión no fue bien recibida, sobre todo por los anunciantes.

Las desavenencias entre las Asociaciones preocuparon a los organizadores de la cita en Londres; aunque ese deporte cuenta con un gran número de seguidores en el Reino Unido y los estadios—sedes de importantes clubes—son de primer nivel, por lo que, al menos desde el punto de vista económico, el torneo sería un éxito.

No obstante, la contradicción sigue presente: el COI le exige a todos los deportes que presenten en las citas estivales a sus mejores figuras—el incumplimiento de este requisito fue una de las razones que provocó la salida del béisbol—; sin embargo, no aplica esa misma rigurosidad al fútbol. La FIFA no quiere “sombras olímpicas” para su Copa Mundial y parece que nadie se atreve a presionar a la organización que rige al deporte más practicado en el planeta.

Publicado en CubaSí

 

 

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