Era una de las noticias más esperadas antes de que se lanzara la primera pelota en la temporada 2012 de las Mayores. En una de esas extrañas ocasiones, el Sindicato de Jugadores y la Oficina del Comisionado volvían a coincidir en un punto, así que no era un secreto que la “idea” de Bud Selig recibiría el visto bueno; pero ni siquiera ese entendimiento entre las dos organizaciones ha frenado las críticas de los fanáticos por la “ampliación” a 10 equipos de los playoff en las Grandes Ligas.
Entre las cuatro ligas profesionales de mayor importancia en Estados Unidos, el béisbol era la que menos equipos incluía en la postemporada. Hasta 2011 “solo” avanzaban 8 equipos, 4 por cada Liga; mientras en la NFL clasificaban 12 de 30 y peor era la situación en la NBA y NHL: 16 de 30, más del 50%.
Durante mucho tiempo no pocos plantearon la “necesidad” de expandir los playoff en la MLB y ahora ya es público el “gran plan” de Selig: los dos equipos con mejor récord que no sean ganadores de su división efectuarán un único partido eliminatorio. El ganador continuará con vida y avanzará a la siguiente fase, para enfrentar, en una serie al mejor de 5, a uno de los triunfadores de división.
¿Qué buscan con esto? La respuesta es muy obvia: un supuesto aumento del interés de los fanáticos por la parte final de la temporada que se revierta en mayores ingresos por la venta de entradas en los estadios. Luego, ese partido de vida-o-muerte también le permitirá a la MLB multiplicar sus ganancias. ¿Por cuánto? No lo sé, pero supongo que los directivos de Grandes Ligas hayan sacado muy bien sus cuentas matemáticas y parece que el número es lo suficientemente atractivo para aprobar una expansión que no agrada a todos los fanáticos de los grandes equipos; pero que podría ser bien acogida por las franquicias de menor presupuesto.
De esta manera, un equipo que concluya en la tercera posición de su división (por ejemplo, Boston, en 2011) tendría la posibilidad de efectuar un desafío extra (contra Tampa Bay, si analizamos la campaña anterior) y de ahí saltar directo a los playoff divisionales.
Esto no creo que sea justo. Si durante 162 partidos y seis meses un equipo ha sido peor que otro, pues no debería crearse la oportunidad para que elimine a su rival en apenas un desafío. Si querían expandir la postemporada ¿Por qué no crear una serie de tres partidos entre los dos wild-card? Eso hubiera sido preferible a la opción de vida-o-muerte.
OTROS CAMBIOS PARA LA TEMPORADA 2012
El desarrollo de ese único desafío de playoff entre el 4to y 5to mejor record de cada Liga produjo una modificación en el calendario. Ahora la serie divisional se jugará con un formato inusual: 2-3. Es decir, la selección de peor récord acogerá los dos primeros partidos. De inmediato saltaron las críticas y uno de los primeros en pronunciarse fue el manager de los Yankees de Nueva York, Joe Girardi, pues él sabe la importancia de comenzar por casa una serie tan corta. No obstante, el ex-receptor aclaró que, como sería cosa de un año—para 2013 se regresará al 2-2-1—entonces su equipo tendría que prepararse mejor para esa etapa.
¿Será exitosa esta modificación de la MLB, la primera desde la introducción de los wild-card, en 1995? Tengo serias dudas. En las oficinas de Nueva York esperan mayores dividendos; aunque ese “punto fuerte”, también pudiera ser una debilidad: imaginemos una situación que perfectamente pudiera darse a finales de septiembre de 2012: Boston, que es un gran mercado, ganó cómodamente el wild-card y tuvo que chocar, en un único desafío, contra Cleveland, que concluyó 5 juegos por detrás de los Red Sox en la temporada regular. Los Indios reservaron a su mejor abridor y, en nueve innings de béisbol, los bateadores de Boston no pudieron descifrar sus envíos. Así, tras 3 horas de juego, quedaron atrás seis meses de duro bregar. No es justo y esas “esperadas ganancias”, podrían convertirse, con un poco de mala suerte, en números rojos para la MLB.
PD: Esto no tiene nada que ver con la expansión de la MLB, pero sí con el béisbol: el cambio de A.J. Burnett para los Piratas no pudo comenzar de la peor forma: un golpe en el rostro que le impedirá lanzar por casi tres meses