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Aroldis Chapman, el nuevo viaje del misil cubano

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La “aventura” de Aroldis Chapman con el uniforme de los Yankees de Nueva York duró poco, muy poco, apenas dos meses y medio, pero estoy casi seguro de que el llamado “misil cubano” no lamentará el canje que lo llevó a los Cachorros de Chicago.

Atrás deja a un equipo envejecido, batallando por jugar para 500 y prácticamente sin esperanzas de incluirse, como wild card, en los playoffs de esta temporada. Su nueva franquicia es la gran favorita de la Liga Nacional para avanzar a la Serie Mundial y los bateadores del “Viejo circuito”, como comprobó durante los seis en que estuvo con los Rojos, suelen ser menos complicados para los lanzadores, así que, para Chapman, es ganar-ganar.

Con los Mulos de Manhattan, Chapman tuvo un “mes extra de vacaciones”, sin pago, por causa del incidente de violencia doméstica con su novia, del que todavía tiene que emitir comunicados lamentándose, donde asegura que ahora es un hombre maduro, que ha aprendido la lección, que no volverá a realizar, ni uno, ni ocho disparos en el garaje…en fin, todo lo que el relacionista público escribió, los directivos de los Cubs le exigieron y, quizás, los fanáticos querían oír. En realidad, lo que importará para una franquicia que no gana la Serie Mundial desde 1908, es que las rectas de más de 100 millas de Chapman dominen a los bateadores rivales. Con los Yankees, Chapman empezó flojo, pero concluyó muy bien, con récord de 3-0, 20 juegos salvados y PCL de 2,01. Su momento más recordado en Nueva York, sin dudas será la recta adentro, de 105,1 millas por hora, que le lanzó a J.J. Hardy, de los Orioles de Baltimore.

En los Cubs, el cerrador era Héctor Rondón, que tuvo números decentes (18 salvados, 1,95 PCL), pero no es difícil imaginar que, como sucedió con los Yankees y Andrew Miller, la llegada de Chapman provoque cambios en el bullpen, con Rondón como acomodador y el cubano (ya con ciudadanía estadounidense y, tras desvanecerse la ilusión del “equipo unificado” de Cuba, pues casi seguro cerrador de Estados Unidos en el Clásico Mundial de 2017) en el rol en el que ha brillado: el de cerrar partidos.

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