
En el béisbol moderno, cada centímetro cuenta. Y ahora, gracias al sistema automatizado de bolas y strikes (ABS), también cada milésima de segundo. Lo que comenzó como un experimento en ligas menores se ha convertido en la mayor innovación arbitral del deporte en más de un siglo. Tras su exitosa aparición en el Juego de Estrellas 2025, en el que Tarik Skubal ganó el “primer challenge”, la posibilidad de ver el ABS implementado en toda la temporada regular de Grandes Ligas está más cerca que nunca.
¿Qué es el sistema ABS y cómo funciona?
El ABS no reemplaza al árbitro, lo asiste. A través de la tecnología Hawk-Eye —un sistema compuesto por 12 cámaras de alta velocidad instaladas en los estadios— se calcula la trayectoria exacta de la pelota con una precisión de ±0.1 pulgadas. Los datos se interpretan para determinar si un lanzamiento fue bola o strike, y los jugadores tienen la opción de impugnar la decisión del árbitro humano mediante un sistema de “challenges”.
Cada equipo dispone de dos desafíos por juego, que se conservan si son exitosos. Solo pueden solicitarse por parte del lanzador, el receptor o el bateador, sin intervención del dugout. La revisión se visualiza en tiempo real en las pantallas del estadio, añadiendo un promedio de apenas 17 segundos al juego.
Más precisión, menos polémica
Uno de los grandes argumentos a favor del ABS es la precisión. Durante el Spring Training de 2025, el sistema corrigió más del 52% de los desafíos, dejando en evidencia que muchas decisiones erróneas aún ocurren en el juego tradicional. Los receptores tuvieron una efectividad del 56% en sus desafíos, los bateadores del 50% y los lanzadores del 41%. Esto no solo demuestra la utilidad del sistema, sino también el conocimiento situacional de quienes mejor conocen la zona de strike.
A diferencia del juicio humano, el ABS define la zona de strike de forma matemática y personalizada según la altura del bateador: el límite superior es el 53.5% de su estatura y el inferior el 27%. Esta zona se calibra dinámicamente para cada jugador, dejando atrás la interpretación arbitraria.
Un sistema híbrido con el ADN del béisbol
La MLB ha sido clara: casi el 100% de los jugadores prefieren este modelo de desafíos antes que un sistema automatizado completo. El ABS, tal como se presentó en el Juego de Estrellas en Atlanta, no elimina al árbitro: lo corrige cuando es necesario. Preserva el drama, la emoción y la intervención humana, pero ahora con una herramienta confiable en momentos críticos.
Y los fanáticos respaldan esta evolución. El 72% de quienes presenciaron el sistema en acción expresó una opinión favorable, y el 69% quiere que se implemente de manera permanente. La transparencia del gráfico en pantalla, que muestra la trayectoria exacta de la bola, ha sido clave para ganar esa confianza.
¿Y los detractores?
Sí, los hay. Algunos puristas argumentan que el béisbol perdería “su alma” al tecnificarse. También hay inquietudes sobre el rol del receptor, especialmente en lo que respecta al arte del framing. Pero incluso entre quienes expresan reservas, prevalece una realidad inevitable: el ABS no es una moda, es el siguiente paso lógico en la evolución del deporte.
El sistema ya ha sido probado en más de 7,900 partidos en ligas menores. No es una teoría: es una solución comprobada. Y su eficacia es innegable.
El veredicto: el ABS no solo es justo, es necesario
En un deporte que se define por pequeños márgenes, cada error arbitral puede alterar una carrera, una temporada o una historia. El sistema ABS no busca eliminar la esencia del béisbol, sino protegerla. Si queremos un juego justo, transparente y fiel a su espíritu competitivo, debemos abrazar la tecnología que lo garantiza.
El Comité de Competencia de la MLB decidirá pronto si el sistema se implementará oficialmente en 2026. Pero desde donde lo vemos los que amamos este juego, el veredicto ya está claro: el ABS es el árbitro que el béisbol moderno merece.