
El ajedrez de elite no solo se juega sobre el tablero, también se libra en las declaraciones previas, en la psicología, en las estrategias de desgaste verbal. Pero en Zagreb, Magnus Carlsen aprendió que menospreciar al rival puede salir muy caro. El noruego, número uno mundial en todas las modalidades y aún referente indiscutido del tablero, cometió un error insólito: calificó al actual campeón mundial de ajedrez clásico, al indio D Gukesh como “uno de los jugadores más débiles” del torneo SuperUnited Rapid… y ese “jugador débil” lo derrotó con autoridad.
Dos victorias, dos formatos, un mismo mensaje
La victoria de Gukesh no fue un accidente. Tampoco fue su primer triunfo sobre Carlsen. Apenas dos meses antes, el joven prodigio indio lo había vencido en el Norway Chess, en el exigente formato clásico. Allí, tras perder el segundo duelo, el noruego golpeó la mesa en señal de disgusto y aunque se disculpó rápidamente con el indio, lo cierto es que dejó muy mala imagen. Después, como ha sido habitual, terminó ganando el torneo.
En Zagreb, Gukesh lo derrotó con piezas negras y en un formato rápido, precisamente el terreno donde Carlsen se siente más cómodo, donde nadie discute su supremacía.
Las críticas previas de Carlsen no fueron inocentes ni diplomáticas. Insistió en que Gukesh “aún no había demostrado nada” en rápidas y blitz, que su éxito en el ajedrez clásico no se traduce automáticamente a estas modalidades. Afirmó que lo abordaría “como si fuera un jugador débil”. Sus palabras, más que análisis técnico, sonaron a arrogancia de campeón, a una confianza desmedida en su capacidad para doblegar a los nuevos talentos. Pero el tablero no perdona: Gukesh lo hizo pagar su condescendencia con una partida impecable.

El ascenso de un nuevo gigante
Más allá de la polémica, lo que Gukesh está haciendo en el ajedrez mundial es extraordinario. En Zagreb, ha logrado cinco victorias consecutivas tras perder la primera ronda. Derrotó a pesos pesados como Alireza Firouzja, R. Praggnanandhaa, Nodirbek Abdusattorov, Fabiano Caruana y, por supuesto, al propio Carlsen.
Carlsen sigue siendo una figura mayúscula. Su reinado es largo, su genio indiscutido, su número uno intacto. Pero su lectura sobre Gukesh fue errónea. Sus palabras, que pretendían mostrar autoridad, terminaron siendo el preludio de una derrota.
Gukesh no solo venció al campeón, lo hizo después de ser menospreciado públicamente. Y en un deporte donde el respeto al rival es parte del código, ese detalle lo cambia todo.