Cuando muchos daban por acabada su carrera, el nombre del estadounidense Tiger Woods ha regresado a la portada de las principales páginas web de golf del mundo: un año atrás rondaba el lugar 1200 del ranking mundial; pero tras su gran actuación en el Abierto Británico, en Carnoustie, confirmó que sobrepasó sus problemas físicos y extradeportivos y, a sus 42 años, parece estar listo para pelear por los eventos más importantes del circuito.
El calvario del Tigre comenzó por la parte física, exactamente por su rodilla izquierda, que tuvo que operarse en 2008, tras ganar el Abierto de Estados Unidos. Poco después comenzó el infierno, con sus escándalos en el matrimonio, las infidelidades, la asombrosa confesión de que era “adicto al sexo”. Uno tras otro, sus patrocinadores fueron abandonando un barco que se hundía. Woods luchó por retornar y, en 2013, volvió al primer lugar del ranking, aunque por poco tiempo. Entonces reaparecieron los dolores en la espalda y el golfista pasó por el quirófano en cuatro ocasiones en tres años. Ahí no concluyeron sus tribulaciones, ya que en 2017 fue detenido por conducir bajo efectos de fármacos demasiado fuertes. Esa foto, en la que se veía realmente fatal, circuló por las redes sociales y dañó todavía más la imagen del jugador. El Tigre parecía haber perdido su última raya.
A pesar de los problemas, persistió en su empeño de retornar. En diciembre volvió a jugar en un torneo de su fundación y allí concluyó entre los diez primeros lugares. En abril de este año participó en el Masters, donde logró pasar, por primera vez en tres años, el corte de un Major. Esta fue la más clara señal de que el jugador estaba recuperado.
En el Abierto británico estuvo cerca de la corona; pero, en la última jornada cometió algunos deslices que lo dejaron en el sexto lugar; mientras, el italiano Francesco Molinari, quien compartió el grupo de salida con Tiger, jugó de manera impecable y se convirtió en el primero golfista de su país en triunfar en un torneo de esta importancia. Gracias al buen resultado, Woods pudo ubicarse entre los 50 mejores del mundo y con esto garantizó nuevas invitaciones.
Ahora, el Tigre tratará de demostrar en un lugar del que guarda gratos recuerdos, el Firestone Country Club, en Akron, Ohio, que su recuperación no es temporal y que todavía puede volver a la cima del ranking. Allí disputará el Bridgestone Invitational, un torneo que ha ganado en ocho ocasiones. Su último triunfo en Akron ocurrió en 2013. Si ahora lograra la corona, el Tigre impondría un nuevo récord: sería el golfista que más veces ha ganado un mismo torneo en la historia del PGA Tour.