Entiendo la frustración de los fanáticos uruguayos quienes contaban con Luis Suárez para tratar de repetir la actuación del Mundial de Sudáfrica. Comparto los criterios sobre la corrupción imperante en la FIFA que ha quedado demostrada, una vez más, con la turbia concesión de la Copa de 2022 a Catar; también es cierto que varios medios de comunicación de Italia y el Reino Unido se ha encargado de “demonizar” al delantero charrúa, quizás porque les duela enormemente que sus equipos hayan quedado eliminados en la primera fase; pero…no fue Photoshop, ni una patraña para sacar a Uruguay del Mundial, pues las imágenes muestran claramente el ataque burdo, absurdo, tonto de Suárez sobre Giorgio Chiellini.
La FIFA, tan lenta para analizar asuntos muy serios (como su propia corrupción) y que parece preferir dejar en el campo las cosas que el árbitro no observa, ahora fue implacable con Suárez: expulsión del Mundial, nueve partidos de suspensión, cuatro meses separado por completo del fútbol y una multa de 82 mil euros. Peor, imposible, aunque en la severa medida creo que influyó un hecho innegable: Suárez es un “mordedor” reincidente. Entonces, no vale la pena buscar un culpable más allá del terreno de juego.