Por primera vez en la historia todos los jugadores de las Grandes Ligas llevaron el número 42 en sus camisas, en homenaje a Jackie Robinson, el brillante jugador negro que el 15 de abril de 1947 finalmente pudo pisar un terreno de las Mayores y, de esta manera, rompió la llamada “barrera de color” que mantuvo segregados a miles de excelentes peloteros negros por décadas. En la enorme lista de atletas afectados aparecen varios cubanos como José de la Caridad Méndez, Cristobal Torriente, Martín Dihigo, Silvio García y muchos otros más que nunca, a pesar del interés de ciertas franquicias, pudieron compartir los estadios con los jugadores blancos.
Quizás mucho no lo sepan, pero Jackie Robinson vino a Cuba meses antes de su debut en las Grandes Ligas y aquí, lamentablemente, también sufrió de una discriminación para nada oculta…
Durante la primera mitad del siglo pasado varios equipos de las Mayores tomaron a La Habana como campo de entrenamiento antes de iniciar la temporada regular. Uno de las más famosas novenas norteamericanas en visitar la Isla fueron los Brooklyn Dodgers en la primavera de 1947.
Aquellos Dodgers entrarían a la historia y por muchos motivos. El más importante de ellos fue la presencia en su nómina de un grande del béisbol, un estelar que solo tenía un defecto para la época: Jackie Robinson era negro.
La discriminación racial en Estados Unidos había impedido por más de 50 años la presencia de jugadores negros en los equipos de Grandes Ligas; pero eso estaba a punto de cambiar.
Robinson llegó a La Habana junto con el resto de los Dodgers. El año anterior, en la Liga Internacional, Jackie había liderado a los bateadores con promedio de 349 y 40 bases robadas. Todos especulaban sobre el posible traslado de Robinson desde los Montreal Royals de Triple A hasta los Dodgers aunque no había nada seguro.
En Cuba, los negros fueron aceptados en la Liga profesional de béisbol desde la temporada de 1900. El rompimiento de la barrera del color provocó grandes problemas; aunque con el paso del tiempo disminuyeron.
El público de la Isla había disfrutado con anterioridad del desempeño de estelares peloteros negros como Oscar Charleston, Josh Gibson y Satchel Paige; sin embargo, el racismo también había hecho grandes estragos en la sociedad cubana. Así, los jugadores blancos de los Dodgers fueron alojados en el Hotel Nacional, cinco estrellas, el mejor de la capital. En las habitaciones de ese hotel durmieron alguna vez figuras deportivas tan importantes como Johnny Weismuller y Rocky Marciano.
Los peloteros negros de los Dodgers, por el contrario, no fueron aceptados por la dirección del Hotel Nacional y entonces tuvieron que escoger otro alojamiento: el Hotel Boston, ubicado en el medio de la Habana Vieja, la parte más antigua de la capital cubana. Allí se quedó Jackie Robinson junto al resto de sus compañeros. El Boston era el hotel favorito de los peloteros negros que jugaban el béisbol de invierno en Cuba.
La visita de los Dodgers a La Habana tuvo varios motivos. Además de las lógicas intenciones de entrenar, los propietarios del Brooklyn deseaban proteger a Robinson de los ataques de aquellos que se oponían a la entrada de los negros a las Grandes Ligas.
Una tercera intención era detener el creciente auge de la Liga mexicana de béisbol, patrocinada por los millonarios hermanos Pasquel, quienes estaban “robando” talentos y públicos para su campeonato. Los dueños de equipos de las Grandes Ligas vieron en peligro su dominio del espectáculo y una de las formas que encontraron para contrarrestar a los Pasquel fue la incursión de novenas de primer nivel por países cercanos a los Estados Unidos como República Dominicana y Cuba.
La temporada del 1947 fue mágica para los Dodgers. Con la enorme ayuda de Jackie Robinson, el Brooklyn conquistó el gallardete de la Liga Nacional y logró su pase a la Serie Mundial, donde cayeron ante los Yankees de Nueva York.
Robinson fue proclamado novato del año; aunque las cosas no fueron fáciles y tuvo que enfrentarse con sectores fanáticos de la sociedad norteamericana que se oponían a la presencia de negros en el béisbol; sin embargo, la extraordinaria actuación y comportamiento de Jackie sobre el terreno ayudaron a superar los prejuicios raciales y pronto otros jugadores negros se incorporarían a las ligas mayores.
Los Dodgers regresaron una vez más a Cuba en 1959, después del triunfo de la Revolución cubana. Solo estuvieron un fin de semana. Jugaron tres desafíos antes los Cincinnati Reds y partieron de regreso.
Pasarían 40 años para que un equipo de las Mayores pisara de nuevo suelo cubano. En la primavera de 1999, los Baltimore Orioles, gracias al esfuerzo de su dueño Peter Angelos, jugaron una serie de dos partidos ante la selección nacional de Cuba. El primero de ellos tuvo lugar en el estadio “Latinoamericano” y los visitantes se llevaron el éxito 3 por 2 en 10 peleadas entradas. Una semana más tarde, en el “Camden Yard” de Baltimore, Cuba emparejaría la serie a un triunfo por bando con un amplio marcador de 12 anotaciones por 6.
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Bueno primero tengo una duda. Fue a Jacki Robinson al que los dueños del equipo lo pusiero a jugar sin guante. Por lo demas muy bientratado el tema, demuestra siempre que tiene un amplio conocimiento sobre deporte.
Miguel..Muy buena historia aqui [Miami} hay un estadiun que se llama asi….Saludos
Miguel ..como se llamaba el negro que en la olimpiada de Berlin cogio medalla de oro y Hitler se paro y se fue??
Saludos..El nombre del atleta es Jesse Owens, sobre él escribí este artículo: http://www.habanaradio.cu/singlefile/?secc=19&subsecc=19&id_art=20080506172703 donde dije, entre otras cosas «Pero la figura de un espigado atleta negro norteamericano echaría a perder parte de la manipulación racial ideada por el siniestro Joseph Goebbels y su Ministerio de Propaganda. Jesse Owens fue la gran estrella de Berlín y conquistó cuatro títulos dorados. Ganó en los 100 y 200 metros, el relevo 4x 100 y el salto largo. La prueba más espectacular resultó esta última cuando Owens se enfrentó al local Lutz Long. El alemán tomó la delantera con su salto de 7.87 metros y contrario a lo que esperaba Hitler, quien se encontraba en el estadio, Owens llegó hasta los 8.06 metros y logró el oro, aunque Hitler había abandonado su asiento, quizás para no verse obligado a felicitar al atleta negro. «
Gracias,,Miguell…Te sugiero que hagas una compilacion de este blog y escribas un libro…seria muy interesante tener todos esos datos historicos deportivos juntos,,,Saludos
Nota: Lo puede hacer en formato CD