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Etiqueta: corridas de toros

Hemingway, los toros y la decisión catalana
Conflictos, Grandes figuras

Hemingway, los toros y la decisión catalana

Quizás ningún otro escritor haya sido más amante de las corridas de toros que Ernest Hemingway. A este “arte” le dedicó artículos periodísticos y un libro, no tan exitoso, “Muerte en la tarde”; sin embargo, en la obra del norteamericano aparece un sentimiento ambiguo hacia la tauromaquia, similar al que puede apreciarse hoy en algunas de las reacciones ante la decisión del parlamento de Cataluña de prohibir las corridas a partir de 2012. Hemingway asistió por primera vez a una corrida en 1923. En aquel entonces tenía 24 años y escribía crónicas para el diario canadiense Toronto Star Weekly. Uno de sus artículos el joven periodista lo tituló “La corrida de toros es una tragedia” y en él relató sus impresiones de la visita a una plaza madrileña. “Tampoco voy a hacer una apología de la fies...
Sentimiento antitaurino
Conflictos

Sentimiento antitaurino

Confieso que no me agradan las corridas de toros. Solo las he visto por televisión y aunque he leído mucho sobre ellas, incluso para escribir algunos artículos, creo que nunca entenderé cómo la gente puede disfrutar y aplaudir la “maestría” del torero que logra terminar con la vida del “fiero animal”. La sangre llena la arena de la plaza (La Monumental, en México, puede acoger hasta 48 mil personas; Las Ventas de Madrid tiene capacidad para 23 mil personas y la Maestranza de Sevilla, 12 mil), el toro se retuerce y sus estertores son celebrados en los asientos. Sé que en España—también en México, Perú, Ecuador— es una tradición muy arraigada en ciertas regiones. En Cuba también lo fue, por varios siglos y en esto influyó, decisivamente, la presencia española en la Mayor de las Antillas. De...
Mazzantini y las corridas de toros en Cuba
Grandes figuras

Mazzantini y las corridas de toros en Cuba

La plaza de toros luce sus mejores galas para recibir a la gran estrella. Desde una de las gradas más cercanas a la pista, los ojos de una bella mujer no se separan de la figura central de la tarde. Pero él no parece percatarse de cuánta curiosidad ha despertado en la dama. Su atención está centrada, por completo, en la bestia herida. El ataque final es inminente. El toro se deja cegar, una vez más, por el color de la capa del hombre y lo embiste con las pocas fuerzas que le quedan. El matador elegantemente lo elude y clava las dos banderillas a ambos lados del toro. El golpe es mortal y a pocos metros el animal cae. Los gritos de la multitud acallan los estertores del toro. La sangre cubre la pista, pero como en el circo romano, el público parece disfrutar el momento. El matador ha cum...