jueves, marzo 28Un espacio para todos los deportes

Marlins, en el cielo junto a Ozzie


Desde que arribó a las Grandes Ligas, en 1993, la franquicia de los Marlins ha protagonizado varias sorpresas y ha estado en el centro de algunos de los peores momentos en la MLB.

En 1997, apenas cinco años después de su debut, los Marlins entraron en la historia como, en ese entonces, el equipo que en menor tiempo obtuvo una Serie Mundial. Los “Peces” rompieron todos los pronósticos y vencieron a los poderosos Bravos de Atlanta, en la final de la Liga Nacional; luego, en la discusión del título, dejaron en el campo, en el séptimo desafío, a los súper favoritos Indios de Cleveland.

Ese equipo, dirigido por Jim Leyland, quedó guardado en mi memoria, porque en esa época pasaba mucho trabajo para escuchar los partidos, con un pequeño radio. Una de las jugadas imborrables y más emocionantes que recuerdo fue el fly de sacrificio de Craig Counsell que igualó el último desafío, ante José Mesa, en el noveno inning.

Después vino la debacle. Increíblemente el dueño Wayne Haizinga hizo hasta lo imposible por desbaratar al equipo campeón y, en menos de un año, los Florida Marlins se convirtieron en una vergüenza para las Grandes Ligas. En 1998 apenas ganaron 54 partidos.

Pasó un lustro y en 2003 otro gran equipo de los Marlins nos hizo soñar de nuevo. Nuevamente como wild-card los “Peces” derrotaron a los Gigantes de San Francisco y, más tarde, tuvieron un repunte impresionante, porque iban detrás en la serie contra los Cachorros de Chicago, por 3 juegos a 1. Era la oportunidad tan esperada por los Cachorros; sin embargo, en el sexto juego, con ventaja de 3 a 0, un fanático se interpuso en un foul que debió ser capturado y a partir de ese “golpe de suerte”, los Marlins se soltaron a batear y, ante los incrédulos fanáticos de Chicago, los “Peces” avanzaron a su segunda Serie Mundial.

Allí chocaron contra los más que favoritos Yankees de Nueva York, con Joe Torre en el banco, y Clemens, Pettite, Contreras, Rivera, Jeter y una larga lista de estrellas. Por supuesto que pocos pensaban que los Marlins sobrevivirían; sin embargo, lo hicieron y en el sexto partido Josh Beckett lanzó una inolvidable lechada, nada menos que en el “Yankee Stadium”.

Al igual que sucedió en 1997, los Marlins perdieron a casi todas sus figuras en la temporada siguiente y la franquicia entró en un declive evidente. En ese momento se habló de una salida del estado de Florida, quizás hacia mercados más lucrativos. Los Florida Marlins nunca tuvieron un estadio propio, sino que compartían—y pagaban—un alquiler a los Miami Dolphins por utilizar el “Joe Robbit”, “Proplayer”, “SunLife” y “Dolphins Stadium”, un recinto en las afueras de la ciudad que dificultaba el traslado de los fanáticos.

Finalmente, después de arduas batallas legales y económicas, los Marlins comenzaron la construcción de un estadio. Aquí no terminaron las polémicas porque la financiación de la instalación, ubicada en La Pequeña Habana, fue muy discutida y abundaron las acusaciones por corrupción.

La mudanza de estadio vino acompañada por una remodelación total del equipo. La llegada al banco del venezolano Ozzie Guillén, campeón mundial en 2005, con las Medias Blancas de Chicago, fue un movimiento que atrajo mucha atención mediática. Ozzie es conocido por su excéntrica personalidad y eso, parece, era lo que necesitaba, desde el punto de vista publicitario, los nuevos “Miami Marlins”.

Además, los directivos del equipo decidieron gastar como nunca antes en la historia de la franquicia y el desembolso de decenas de millones de dólares garantizó la presencia en la nómina de grandes estrellas; aunque me parece que los contratos están, en muchas ocasiones, sobredimensionados.

Por ejemplo, los Miami Marlins trajeron al campo corto dominicano José Reyes. La excelente temporada 2011 de Reyes con los Mets fue esencial para que este hombre recibiera tanto dinero. Entonces apareció el problema con Hanley Ramírez quien fue considerado el “pelotero franquicia”, pero que ha atravesado por múltiples polémicas, dentro y fuera del terreno. Ramírez se negó a moverse a la tercera base y este desagradable “culebrón” se extendió por más tiempo del esperado. Hanley tuvo que ceder a la presión y defenderá la tercera almohadilla, mientras Reyes será el campo corto.

Los Marlins colocarán como receptor a John Buck y en segunda aparecerá Omar Infante. La rotación de lanzadores también recibió un amplio refuerzo, con la inclusión de Mark Buehrle y Carlos Zambrano; mientras Heath Bell será el cerrador.

Entonces, Ozzie Guillén abrirá la temporada con esta posible alineación: José Reyes (SS), Emilio Bonifacio (CF), Hanley Ramírez (3B), Gaby Sánchez (1B), Omar Infante (2B), John Buck (R), Logan Morrison (LF) y Giancarlo Stanton (RF). El director rotaría con: Josh Johnson, Mark Buehrle, Ricky Nolasco, Carlos Zambrano y Aníbal Sánchez.

Al analizar la historia de estos hombres, creo que los Marlins es el equipo de los “si”…si Reyes, Johnson y Sánchez no ocuparan mucho tiempo en la lista de lesionados, si Ozzie se concentrara solo en dirigir bien, si Ramírez dejara su egocentrismo y regresara a la forma deportiva que tuvo en 2010, entonces los Marlins serían serios contendientes para los playoff. De lo contrario, la historia de fracasos de la franquicia tendría un nuevo capítulo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *