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José Canseco, un “hombre químico” adicto a la testosterona


Tiene 47 años y parece que lo único que sabe hacer bien es jugar al béisbol. Lleva más de una década lejos de los terrenos en las Grandes Ligas; pero, de seguro, el retiro no fue de la forma que había soñado el cubano José Canseco.

Durante años fue uno de los bateadores más temidos en las Mayores. Sus cuadrangulares eran impresionantes y con los Atléticos de Oakland, bajo la conducción de Tony La Russa, el cubano se convirtió en uno de los mayores sluggers. En 1988 resultó el primer pelotero 40-40, es decir, conectó 40 jonrones y robó 40 bases en una misma temporada. Luego, en 1989—el año del gran terremoto en San Francisco—fue uno de los líderes del equipo californiano en el triunfo por 4-0 en la Serie Mundial sobre los Gigantes.

A mediados de los noventa su carrera descendió y las últimas imágenes que vi de Canseco fueron en la Serie Mundial de 2000, cuando vestía el uniforme de los Yankees de Nueva York. Entonces comienzan las investigaciones por el dopaje en MLB y, para sorpresa de todos, apareció un libro autobiográfico que conmocionó al universo del béisbol.

En “El hombre químico” Canseco declaró que él había consumido sustancias prohibidas durante la mayor parte de su carrera y, sobre todo, que esa era una práctica habitual de otras estrellas como Mark McGwire, Sammy Sosa, Barry Bonds, Rafael Palmeiro o Juan Igor González.

Canseco incluso aseguró que él introdujo a McGwire en el consumo de esteroides y que usualmente lo inyectaba cuando ambos eran miembros de los Atléticos. De acuerdo con Canseco, los esteroides y las hormonas de crecimiento le dieron a McGwire y Sosa la fuerza necesaria para competir por el récord de jonrones en 1998.

De inmediato se alzaron las voces de protestas contra lo publicado por Canseco. Muchos consideraron su gesto como un “oportunismo” y una “deslealtad”, pues ya él no era un jugador en activo y estaba “delatando” a sus compañeros de equipo; sin embargo, otros alabaron el hecho de que Canseco fuera el único de los implicados que relatara, con sinceridad, el empleo de esteroides en la MLB.

Su libro lo llevó a los titulares mediáticos y fue cordialmente odiado por casi todos. Por casi una década volví a “perderle la pista” y hace poco leí que el jugador de 47 años había regresado al béisbol, en la Liga mexicana, con los Tigres de Quintana Roo. El veterano aseguró que su objetivo era volver a las Grandes Ligas algún día; pero esa idea de seguro no podrá concretarse, especialmente después del nuevo escándalo de Canseco.

Como sucede con todos los jugadores, a Canseco le correspondía ofrecer una muestra para el examen antidoping; sin embargo, se rehusó a cumplir con esa exigencia. Esto provocó una suspensión inmediata porque, según el presidente de la Liga mexicana, Plinio Escalante, una negativa es tratada como si fuera un resultado positivo.

La trama del nuevo “culebrón” de Canseco comienza con el presidente de los Tigres, Cuauhtémoc Rodriguez. Este directivo dijo que fueron los propios doctores del club los que aconsejaron al cubano que no se sometiera a la prueba, porque estaba tomando una medicina “que producía testosterona”.

Canseco solo atinó a declarar a ESPN deportes que él tenía una prescripción para un tratamiento de testosterona porque “no puede vivir sin ella”. Además, en su cuenta de Twitter escribió: “lo que estoy tomando es un medicamento prescrito para testosterona baja, legal y muy importante para mi salud”.

Absolutamente increíble. Después de escribir un libro donde relató, con lujo de detalles cómo él y sus compañeros se doparon durante tanto tiempo, ¿acaso no sabía que la más mínima alteración en los niveles de testosterona era considerada un resultado positivo de doping? Quizás pensó que en esa Liga no se realizaban exámenes. Tal vez pensó que la testosterona le daría nuevas energías a un cuerpo que recibió tantas sustancias prohibidas. Nuevamente José Canseco se equivocó y lo único que ha logrado es hundirse, todavía más, en el descrédito. Lástima que eso ocurra con un pelotero nacido en Cuba.

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