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Controversias con Papá Montero

Adolfo Luque, uno de los imprescindibles del béisbol cubano
Adolfo Luque, uno de los imprescindibles del béisbol cubano

Reconocido por muchos como uno de los mejores directores de todos los tiempos en el béisbol cubano, un lanzador sin tanta velocidad, pero con la suficiente inteligencia para ganar casi 200 juegos en Grandes Ligas, y, al mismo tiempo, un hombre polémico, con actitudes violentas, cercano a distintas personalidades políticas no muy bien recordadas por la historia. Así fue Adolfo Luque o Papá Montero, uno de los inmortales de la pelota.

Adolfo Domingo Luque Guzmán nació en La Habana el 4 de agosto de 1890 y a finales de la primera década del siglo XX, después de la segunda intervención norteamericana en Cuba, Luque se unió al cuerpo de artillería del Ejército y alcanzó notoriedad por su forma de defender la tercera base en la selección de las fuerzas armadas; aunque era bueno a la defensa, su potente brazo llamó más la atención y el club Fe de la Liga cubana lo firmó. Así comenzó su carrera profesional.

En Cuba, Luque jugó 23 años con varios equipos. Debutó con el Fe y luego vistió los uniformes del Habana, Almendares y Cienfuegos. En total, como lanzador, tuvo un balance de 93 victorias y 62 reveses en 211 partidos. Como bateador, resultó el líder en average en 1917, al conectar para 355.

Papá Montero, como cariñosamente apodaban a Luque—en evocación al conocido bailarín folklórico y proxeneta cubano, oriundo de Sagua la Grande— se convirtió en 1914 en el primer lanzador latino en llegar a Grandes Ligas y por más de 20 años el nombre de Luque se escuchó de un lado a otro de los Estados Unidos.

Adolfo Luque debutó en 1914 con los Bravos de Boston y cuatro años más tarde fue cambiado a los Rojos del Cincinnati. Con este equipo se mantuvo las próximas 12 temporadas y siempre ganó más de diez juegos. Después pasó por los Dodgers de Brooklyn y los Gigantes de New York. En total, Adolfo Luque actuó en 550 partidos, 365 de ellos como abridor, ganó un total de 194 desafíos y perdió 179, tiró 26 lechadas y propinó 1130 ponches. Su promedio de carreras limpias fue impresionante: 3.24

Luque tiene el honor de haber participado en dos Series Mundiales, una de ellas muy especial, la del 1919, el año del escándalo de las Medias Negras. Luque, como parte de los Rojos de Cincinnatti, enfrentó a uno de los equipos más poderosos de todos los tiempos, los Medias Blancas de Chicago. Todo el mundo daba como amplios favoritos a los de la ciudad de los rascacielos; sin embargo, la corrupción imperante en las Grandes Ligas hizo acto de presencia y ocho hombres de Chicago decidieron venderse. Gracias a esto, los Rojos conquistaron el campeonato cinco juegos a tres. El cubano salió una vez al montículo, como relevista, y en cinco entradas de actuación permitió un solo hit, con seis ponches a su cuenta.
La otra aparición en los Clásicos de otoño ocurrió en 1933, cuando los Gigantes de New York de Papá Montero enfrentaron a los Senadores de Washington. Luque lanzó de nuevo como relevista en el quinto partido de la Serie, no tuvo problemas en cuatro entradas y un tercio de actuación y se llevó el triunfo que dio el título a los Gigantes.

Su campaña más importante fue la de 1923 cuando alcanzó 27 triunfos y solo 8 derrotas, la mayor cantidad de victorias obtenidas por un lanzador latino en más de 100 años de historia de béisbol profesional en los Estados Unidos. En esa misma temporada lideró a los lanzadores con su 1,93 de promedio de carreras limpias y también ganó la corona de primer lanzador latino en batear un cuadrangular en las Grandes Ligas.

Un año después de su mejor campaña en las Grandes Ligas, en 1924, durante un partido entre los Rojos de Cincinnati y los Cardenales de San Luis, aconteció una de las anécdotas más interesantes en la carrera de Adolfo Luque.

Todo comenzó cuando el manager de los Rojos, Jack Hendricks, envió al montículo, como relevista, al pitcher cubano. El extraño acento al hablar el inglés de Luque llamó la atención del bateador en turno Stan Smith, un hombre que debutaba ese día en las Mayores.

Smith abandonó el cajón de bateo, caminó unos pasos hacia el montículo e interrogó a Luque:
—Oye, ¿qué clase de inglés hablas tú?
—Español— le contestó Luque, sin inmutarse.
— ¿Y cómo te llamas?
—Adolfo Luque
— ¿Adolfo qué?
—Luque—le volvió a contestar Papa Montero al impertinente bateador; pero este insistió nuevamente.

— ¿Y de dónde eres?
— De Cuba
— ¿Y dónde rayos queda eso?
—Al sur de Brooklyn—terminó Luque.

En esos instantes, el árbitro llamó a Smith por estar demorando el juego y para prevenir situaciones negativas. Al poco tiempo, Luque le gritó al novato norteamericano:

— ¡Ahora vas a saber dónde es que queda Cuba!

Luque abrió con una recta rápida en la esquina de adentro que Smith no vio pasar. Al siguiente lanzamiento, repitió la recta, pero en la zona exterior y su tercer envío fue una excelente curva que ponchó a Smith quien se quedó en el cajón de bateo, sin dudas, sorprendido por la rapidez con que había terminado su turno ofensivo. El receptor de los Rojos del Cincinnati, para darle ánimo al novato, le dijo: «No te aflijas demasiado muchacho, que ese señor ganó 27 juegos el año pasado.”

El lanzamiento principal de Luque era la curva y de él se cuenta que era un lanzador muy analítico. Esta característica de su vida como jugador activo le fue muy útil en sus años como entrenador de pitcheo y los Gigantes de Nueva York lo contrataron en dos ocasiones para ejercer tal función, primero del 1936 al 38 y luego del 42 al 45.
 
Además de su excelente carrera como lanzador, Luque también sobresalió como manager y hoy muchos lo recuerdan más como director que como pelotero.

En Cuba, el Habana Perfecto, como también solían llamar a Luque, brilló al mando de varios clubes de la Liga profesional. Con los Alacranes de Almendares ganó siete títulos y uno más con los Elefantes de Cienfuegos.

Papá Montero fue introducido al Salón de la Fama de los Rojos del Cincinnati en 1967 y es parte del Salón de la Fama de México desde 1985. En esa nación dirigió a varias novenas y logró el título en algunos campeonatos. En 1950 llevó al club Mexicali a la corona de la Liga Arizona y, tres años después, impulsó a los Tecolotes de Nuevo Laredo al primer lugar de la Liga Mexicana, éxito que repitió en 1954. Luque también fue director de otros importantes equipos como los Pericos de Puebla y los Leones de Yucatán.

Luque era de pequeña estatura—apenas 5 pies y siete pulgadas—, gordito y poseía un temperamento muy fuerte.  Sobre su vida como director se cuentan cientos de anécdotas. Una vez, con el Almendares, el lanzador Terris McDuffie se negó a lanzar porque tenía solo dos días de descanso. Entonces Luque llamó al molesto pitcher a su oficina y sin decir ni una palabra sacó una pistola de la gaveta y se la puso en la cabeza a su jugador. McDuffie comprendió el mensaje, tomó la pelota y lanzó un buen juego.

Uno de los hechos más famosos protagonizados por Papá Montero fue “el portazo de Luque.” En un juego de la Liga cubana, el lanzador del Almendares, Ted Radcliffe, había apostado contra su propio equipo y desde el montículo no hacía más que lanzar bolas malas o por el centro del plato y la novena contraria rápidamente tomó el control del partido.  Luque se dio cuenta de la situación, sacó a su lanzador y se lo llevó a su oficina. Esta vez la sangre sí llegó al río porque Luque perdió el control y le disparó a Radcliffe; aunque no hizo contacto con el hombre. En las declaraciones a la prensa Papá Montero confesó que “había tirado la puerta demasiado fuerte.” Esa fue su explicación por el enorme ruido que todo el estadio La Tropical pudo escuchar. Radcliffe se marchó de Cuba al día siguiente.

Fanático a las peleas de gallos, al ron, a las mujeres, pero sobre todo al béisbol, su gran pasión, Adolfo Luque fue uno de los personajes más controvertidos de la historia del deporte cubano y, por encima de sus defectos, uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos.

Publicado en Habana Radio

6 comentarios

  • Cubano-Americano

    Gracia Miguel por esa historia es increible la vida de este gran hombre con sus virtudes y defectos…pero una gloria de Cuba…Cuando murio??

    • micolumnadeportiva

      Saludos… La vida de Adolfo Luque sin dudas pudiera considerarse como una de las más interesantes entre todos los peloteros cubanos de la primera parte del siglo XX. Lamentablemente todavía nadie ha logrado llevar su vida y carrera a la literatura ni tampoco el cine cubano ha aprovechado las múltiples aristas de un hombre conocido por sus magníficas condiciones como lanzador y su mal genio fuera de los estadios. Murió en 1957. Hoy el salón principal del estadio Latinoamericano, en La Habana, lleva su nombre y sin dudas deberá ser de los primeros hombres en ser incluidos en un esperado Salón de la Fama de la pelota cubana.

    • micolumnadeportiva

      Hola… Papá Montero fue un «chulo» muy famoso que al estilo de Yarini murió por problemas de «celos». Muchos vieron en Luque características similares al proxeneta y de ahí el apodo, aunque también le decían el «Habana perfecto» y en Estados Unidos «Havana pride». El poema de Guillén, «Velorio de Papá Montero» decía «A llorar a Papá Montero, zumba, canalla, rumbero», publicado en 1931; aunque antes Byron y Corona habían creado una rumba que también utilizaba ese estribillo.

  • ailin

    hola soy la mejor amiga de la nieta de adolfo luque ,,ella esta en cuba y quiere saber si alguien sabe de los familiares de el aca o en eua ya q ella es nieta de su primer matrimonio y el se volvio a casar con una mexicana ,,y por su puesto no puede tener informacion ya q vive en cuba si alguien supiera algo por favor me lo pudiera comunicar ,,garcias

    • micolumnadeportiva

      Saludos, te agradezco el comentario y ojalá alguien que lea el post y tu petición te ofrezca la información que necesitas. Desde aquí, yo circularé esto entre algunos amigos para ver si aparece algún dato útil.

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