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El pragmatismo de Kevin Durant: si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él

Después de 10 años en la NBA, Kevin Durant finalmente puede mostrar el ícono más preciado: el anillo de campeón. Durante 9 temporadas, el número 35 guió a los Oklahoma City Thunder a los playoff, incluso hasta una final; pero siempre faltó el punto clave, en el momento decisivo. Entonces, tras la remontada de 1-3 de los Warriors de Golden State, en la final de conferencia de la temporada 2015-16, KD decidió que, si no podía vencer al “enemigo”, lo mejor era unirse a él…y más cuando le pagarían 54 kilos por dos campañas.

Su paso a los Warriors fue considerado una “traición” por los fanáticos del Thunder. Algo similar vivió LeBron James con aquella “decisión”, transmitida por televisión, en la que anunció que “llevaba su talento” al sur de la Florida. En Ohio poco faltó para que incendiaran la imagen de King James, pero, ironías de la vida, tras ganar dos anillos con el Heat y regresar a los Cavs, de repente los fanáticos “olvidaron” los improperios y abrazaron nuevamente a su rey. No creo que KD retorne a Oklahoma City, pero, de seguro, allí también será “perdonado”.

Los playoff de la NBA de la campaña 2016-17 fueron los más aburridos que pueda recordar. No solo por el paso aplastante de los Warriors y Cavs en cada conferencia, sino porque realmente hubo pocos momentos dramáticos en las series (el bloqueo de Manu Ginóbili a Harden, en el quinto juego, el triple de John Wall frente a los Celtics, la remontada de los Cavs ante los Pacers, el 11-0 de los Warriors en el tercer partido contra Cleveland…y nada más).

La tercera final consecutiva entre los Warriors y los Cavs fue, por mucho, menos atractiva que las otras dos precedentes, aunque los números indiquen que la teleaudiencia creció. Tras las dos palizas en Oakland, Cleveland tuvo opciones muy reales en el tercer juego, con seis puntos de diferencia y apenas tres minutos por jugar; pero KD tomó el control y Cleveland no pudo anotar más. Allí terminó todo y la victoria en el cuarto juego solo sirvió para impedir la perfección de los Warriors.

En un deporte de tantos egos, fui de los que creyó que Durant no encajaría en un equipo que tenía a Stephen Curry como su claro líder; pero el terreno demostró lo contrario.

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