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Locos por un cambio en Los Ángeles y Boston


La decepción de los fanáticos de los Medias Rojas de Boston era enorme y ciertamente comprensible. Muy lejos parecían los días de los títulos en la Serie Mundial de 2004 y 2007. Esta versión del famoso equipo estaba marcada por la increíble debacle de septiembre de 2011, las indisciplinas en el banco, la salida de Terry Francona o el enorme fiasco del contrato a Carl Crawford.

Con la llegada de Bobby Valentine quizás algunos esperaban ver un cambio en el equipo; pero esa reacción nunca se produjo y los Medias Rojas se han hundido en la última posición del Este de la Liga Americana, probablemente la división más competitiva en las Mayores.

Entonces los ejecutivos decidieron “cortar por lo sano” y lanzaron el cambio más llamativo, provocador y ¿errado? de los últimos tiempos. Un cambio que podría dejar a los Medias Rojas sin participar en los playoff en, al menos, dos temporadas; pero, sin dudas, es un cambio pensando en el futuro. El “receptor” de los cuatro jugadores de Boston es una franquicia que hasta hace poco estaba en la más completa bancarrota. Meses atrás nadie hubiera pensado que los Dodgers de Los Ángeles estarían capacitados para recibir a peloteros que, en conjunto, cobrarán más de 260 millones de dólares.

Pero los Dodgers de “Magic” Johnson parece que están necesitados de un triunfo, así que la plantilla de los angelinos ha recibido a nuevos integrantes. Primero arribó Hanley Ramírez quien dejó a los Miami Marlins; luego llegaron los “4 de Boston”. La inclusión más significativa es la de Adrián González, un jugador mexicano, gran bateador y con una aceptable defensa en la primera base. Además, entraron en el roster Josh Beckett, Nick Punto y Carl Crawford.

De alguna manera los de Boston se las arreglaron para que los Dodgers aceptaran los 102,5 millones de dólares restantes en el contrato de Crawford y los 31,5 millones de Beckett, más los de González y Punto. ¿Fue un buen negocio? Solo el tiempo lo dirá; pero en un primer análisis parece un pésimo movimiento. Crawford se someterá a una cirugía Tommy John y estará fuera hasta 2013; mientras Beckett atraviesa por su peor campaña. Imagino que los ejecutivos de los Dodgers confíen en que Crawford, en los siguientes cuatro años, pague con su bate el abultado contrato, y Beckett logre “pasar” con su recta cada vez menos veloz a los bateadores de la Liga Nacional.

Nada está decidido en el Oeste de la Nacional. Los Dodgers perdieron su ímpetu inicial y tal vez ahora confíen en que los bates de Ramírez y González traigan las suficientes carreras para apoyar a un staff que tendrá en Beckett a un nuevo abridor. La lucha con los Gigantes de San Francisco podría extenderse hasta el último fin de semana de la temporada regular. Si los Dodgers alcanzaran los playoffs, con la ayuda de los recién llegados, las alabanzas a los directivos no cesarían, por “el riesgo que corrieron”; pero, por el contrario, si el equipo angelino fallara, entonces tendría que mantener a Crawford y Beckett durante todo el tiempo de sus contratos, porque dudosamente algún otro equipo esté dispuesto a aceptarlos.

 

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