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Graduación universitaria del béisbol cubano


Durante siete innings parecía que el retorno a Cuba de la selección nacional de béisbol, desde Haarlem, sería el peor posible. Por tercera ocasión el lanzador norteamericano Jonathon Crawford puso en ridículo a la alineación cubana y con una ventaja de 3 por 0, hasta los más activistas dudaron en una posible reacción.

Crawford ganó el primer desafío del tope bilateral, en el “Latinoamericano” y luego triunfó en el partido de la fase clasificatoria de la Semana beisbolera de Haarlem. Por tanto, los bateadores cubanos lo habían observado en varias ocasiones; sin embargo, el trabajo de los “scouts” no funcionó, porque lo cierto fue que la ofensiva antillana no pudo descifrar al muy prometedor lanzador.

Pero llegó el octavo capítulo y ahí se combinó la tozudez del director estadounidense Dave Serrano—quien parece más activo en las discusiones que a la hora de mover a sus jugadores—con dos oportunos imparables de Yuliesky Gourriel y Alfredo Despaigne. Realmente no entendí por qué el mentor norteño se empeñó en mantener a Crawford, cuando había dado señales muy claras de agotamiento.

El desafío fue muy tenso y los dos equipos tuvieron oportunidades de ganar antes del extrainning. En el cierre del octavo, los norteamericanos llenaron las bases, con un out, y no pudieron marcar. Luego, en el noveno, Ariel Pestano alcanzó la tercera, también con un out, pero ni Alexander Guerrero ni Guillermo Heredia lograron impulsarlo.

Entonces vino la controvertida “regla Schiller”, que antes criticábamos hasta el cansancio—a mí nunca me convencerá—, pero ahora se utiliza en la Serie Nacional y los “expertos” dicen que tenemos que acostumbrarnos a los “nuevos tiempos”. Parece que los criterios de esos analistas no han llegado a las Grandes Ligas de EE.UU, ni a otras ligas profesionales del mundo que no aplican—ni siquiera han valorado—esta “regla”.

En el décimo, los cubanos, sin conectar ni un imparable, anotaron dos veces, gracias al descontrol del supuesto cerrador Lorenzen, un hombre con una poderosa recta. Más tarde, en el cierre, Serrano “olvidó “tocar con dos hombres en base y dos novatos, Pablo Millán Fernández y Darién Núñez, mostraron una impresionante sangre fría para sacar los tres outs, sin permitir carreras.

Cuba discutirá la final del certamen ante Puerto Rico, la selección que mejor ha lucido en el certamen. ¿Podrá Víctor Mesa obtener la victoria? Quizás cinco años atrás triunfar en un torneo sin mucho nivel, como la Semana beisbolera de Haarlem, no hubiera importado mucho; pero después de tantos reveses consecutivos, no vendría mal obtener un título.

Lo mejor del partido:

Las decisiones de Víctor Mesa. Casi se jugó el puesto al traer a dos novatos para cerrar el partido; pero si no reciben una oportunidad ahora, entonces, ¿cuándo? Además, la teoría de zurdo contra zurdo funciona, así que el director cubano le dio trabajo a los tres zurdos: dos lo hicieron bien, Leandro Martínez y Núñez; mientras el otro, Norberto González, volvió a fallar.

Lo peor:

Creo que el trabajo de Pedro José Rodríguez, como coach de bateo, no ha sido el mejor. ¿Cómo entender la escasa ofensiva? Ya sé que no es un problema nuevo en la selección nacional; pero en Holanda no han enfrentado a un pitcheo de calidad, porque los norteamericanos son UNIVERSITARIOS.

1 comentario

  • Pitcher.

    Hace bastante tiempo, que nuestra pelota cojea y no se quiere coger el toro por los cuernos, nos hemos quedado anticuados en el juego, en la tactica, en la preparación, de ser un equipo temido, ahora resultamos ser el «sparring» de los que quieren llegar.
    El ejemplo está latente y a la vista, peloteros que hicieron el Cuba y otros que no, han abandonado nuestra tierra, ahora usted los ve jugar y son otros jugadores, buena técnica, buena táctica, saben lo que tienen que hacer en el terreno, los lanzadores se suben a la lomita y piensan.
    No creo que haya que convertirse al profesionalismo, si creo que hay que buscar lo nuevo que se está haciendo y ponerlo en practica, pues talento nos sobra.

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