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Mariano Rivera, un hombre providencial

El hombre que más juegos ha salvado en la centenaria historia de las Grandes Ligas nunca le lanzó a Cuba. Quizás cuando más cerca estuvo esa posibilidad fue en el primer Clásico, en 2006; pero el panameño Mariano Rivera declinó participar y tres años más tarde una lesión—y el desinterés—lo convirtieron en el abanderado de su país en la segunda versión del evento. Para la cita de 2013 tendrá 44 años y con esa edad no parece probable que vista el uniforme de su país.

Antes del Clásico inicial, los panameños aspiraban a que su gran estrella estuviera en la selección que enfrentó a Cuba, Holanda y Puerto Rico; sin embargo, Rivera no quiso participar y así se lo hizo saber al director Roberto Kelly. Luego, en 2009, los problemas con el hombro provocaron otra retirada del pitcher. En lugar de lanzar, Mariano portó la bandera nacional en la inauguración. Panamá no avanzó a la segunda fase en ninguna de las dos versiones y esto todavía le duele a los fanáticos de esa nación centroamericana.

Durante la mayor parte del siglo XX la profesión que tan bien ha sabido defender Rivera no existía en los libros de tácticas de los directores en las Mayores. A finales de los setenta comienzan a implementarse nuevas ideas sobre la preparación de un cerrador-matador, capaz de sacar los últimos tres outs de los partidos reñidos. Cuarenta años más tarde, el béisbol moderno no se concibe sin la presencia en la nómina de varios hombres especializados en relevos largos y cortos. En Cuba los pasos en este tema han sido muy lentos y no es difícil apreciar cuánto daño ha causado ese atraso a nuestra pelota.

Mariano Rivera es un cerrador, probablemente el mejor de todos los tiempos; aunque tal vez no todos concuerden y dejen abierto un espacio a la duda en una comparación con Trevor Hoffman, el otro lanzador que sobrepasó la enorme barrera de los 600 juegos salvados. Ningún otro pitcher ha llegado ni siquiera a 500.

Las cifras favorecen al panameño, especialmente por su excelencia en los partidos de postemporada; pero sus críticos alegan que ha tenido la suerte de jugar 17 años con los Yankees de Nueva York, el equipo más dominante de las últimas dos décadas. De cualquier manera, los números están allí y apuntan, con mucha fuerza, hacia el panameño: 602 salvados en 674 oportunidades. En los play offs su récord es todavía mejor, porque ha rescatado 42 desafíos y solo ha fallado en 5; además, su promedio de carreras limpias es de apenas 0,71.

Cada vez que “Mo”, como lo llaman sus compañeros, sale del bullpen en el Yankee Stadium, el anunciador local coloca el clásico del grupo Metallica, “Enter Sandman” y, como en esa canción, Rivera tratará siempre de “apagar la luz”—sofocar cualquier intento ofensivo de los rivales—y que “entre pronto la oscuridad” en la instalación, como símbolo de un nuevo triunfo de los Mulos de Manhattan. Sin embargo, 17 años atrás, en el debut del panameño, nadie pensaba en canciones especiales ni en récords, porque los entonces Angelinos de California vapulearon a Rivera en su debut.

El panameño comenzó en las Mayores como abridor de los Yankees, en 1995. Los resultados no fueron los mejores, por lo que la dirección del equipo decidió moverlo hacia el rol de “preparador” de John Wetteland quien, en ese momento, era el cerrador de los Mulos. A partir de 1997 “Mo” asumió el puesto y nadie se atreve a cuestionar su actual titularidad, incluso cuando ya pasó de los 40 años y ha sufrido varias lesiones.

A diferencia de otros cerradores, “Mo” no domina muchos lanzamientos, ni alcanza las 97 o 98 millas con la recta. Cada vez que los bateadores llegan al cajón saben lo que Rivera les lanzará: la famosa recta cortada; pero muy pocos han logrado descifrar ese enigmático envío que se abre en ocasiones; mientras, en otras, cae en la zona de strike.

En la era de los súper salarios en las Mayores, Rivera es de los más beneficiados. Las estadísticas muestran que el panameño realiza, como promedio, cerca de mil lanzamientos en la temporada y recibe la mayor cantidad de dinero entre todos los relevistas: nada menos que 15 millones de dólares anuales o, para hacerlo todavía más gráfico, 15 mil dólares por cada envío hacia la goma.

Hasta el momento solo cinco lanzadores relevistas han sido exaltados al Salón de la Fama, en Cooperstown. Rivera todavía tiene un año de contrato, valorado en 15 millones y, luego, “conversará con su esposa” antes de tomar una decisión final. No importa cuándo se produzca su retiro, si a los 43 o 44 años, porque una cosa sí parece indiscutible: después que se cumpla el plazo mínimo de un lustro, Mariano Rivera tendrá una placa junto a otros inmortales del béisbol.

Publicado en Cubasí

2 comentarios

  • Cubano-Americano

    Te decia que una vez le sugeri al Duke ..que debido a su edad se dediacra a cerrar los juego…no me hizo caso y ya ves…

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