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Sentimiento antitaurino

Confieso que no me agradan las corridas de toros. Solo las he visto por televisión y aunque he leído mucho sobre ellas, incluso para escribir algunos artículos, creo que nunca entenderé cómo la gente puede disfrutar y aplaudir la “maestría” del torero que logra terminar con la vida del “fiero animal”. La sangre llena la arena de la plaza (La Monumental, en México, puede acoger hasta 48 mil personas; Las Ventas de Madrid tiene capacidad para 23 mil personas y la Maestranza de Sevilla, 12 mil), el toro se retuerce y sus estertores son celebrados en los asientos.

Sé que en España—también en México, Perú, Ecuador— es una tradición muy arraigada en ciertas regiones. En Cuba también lo fue, por varios siglos y en esto influyó, decisivamente, la presencia española en la Mayor de las Antillas. Desde finales de los años cincuenta fueron desapareciendo las corridas en La Habana y ya no se realizan, al menos de manera oficial.

La decisión del Parlamento de Cataluña de prohibir las corridas en esa comunidad autónoma a partir de 2012 ha despertado un enorme revuelo mediático. Por supuesto que detrás del voto de los diputados hay mucho más que un interés por el “bienestar de los animales”. Perfecto. Todo el mundo lo sabe; sin embargo, me parece bien que se eliminen las corridas; aunque no solo por un voto partidista, cargado de intereses, sino por la voluntad popular. Las cosas por decreto realmente no funcionan. En 1991 Canarias hizo lo mismo y pocos se inmutaron. Ahora hasta el presidente Zapatero ha pedido que no se politice el tema.

Al mismo tiempo, tampoco puedo entender los extremismos. Recuerdo cuando David Villa marcó el primer gol de los campeones mundiales, en Sudáfrica, y celebró supuestamente como un torero. El jugador de Barcelona FC recibió fortísimas críticas de la prensa catalana. Casi lo crucifican porque mostraba su apoyo a los  “otros”. El Guaje no hizo oídos sordos y festejó sus cuatro anotaciones restantes de una manera diferente. Digamos que entendió el mensaje: si juegas para uno de los principales orgullos de Cataluña y recibes millones de euros no puedes permitirte una “provocación” de ese tipo.

Vea además:
Según el diario británico «The Economist», Cataluña es una «tierra de prohibiciones»
Aficionados de América Latina lamentan la decisión catalana; éxito mundial: antitaurinos

3 comentarios

  • janczeck

    Esta arraigado en ciertos paises y yo las he presenciado pero no soy participe de ello,para mi es de una crueldad infinita y solo demuestra el poco sentimiento hacia los infelices animales que pagan con su agonia el divertimento de personas sin un atomo de sensibilidad,odio el sufrimiento de los animales por pura diversion.

    • micolumnadeportiva

      Estamos otra vez muy de acuerdo. He leído por estos días criterios de amantes a la tauromaquia que ven en la decisión de Cataluña un sentimiento «antiespañol», eso pudiera ocurrir allá, pero los que nos oponemos a las corridas de toros por todo el mundo no tenemos nada que ver con lo «antiespañol», sino contra la crueldad. Para mí sigue siendo inexplicable que más de 20 mil personas ofrezcan vítores en Las Ventas de Madrid al «bravo» matador de un toro. Saludos.

  • Charly

    Para mi, amen de una crueldad, es una desparpajo pararse alante de un toro, con toda una multitud queriendo que lo desangres hasta matarlo, con banderilleros y una tropa para salvarle el pellejo al matador, y que aún haya quien diga que el toro y el torero se baten de igual a igual… Como mismo me parece una tontería reducir la españolidad a los toros, vaya, eso, o es tener una cultura pobre, o no cagarse en la riqueza literaria, religiosa, pictórica, arquitectónica, deportiva, musical y folclórica de la Abuela Patria (la Madre es Santa Clara)…

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