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Anécdotas interesantes de los Mundiales de fútbol

Este post está dedicado a las Copas Mundiales de fútbol, solo que esta vez, en lugar de revivir las carreras de algunos de los mejores futbolistas o emocionantes partidos, pues comparto más historia curiosas y que quizás hasta le hagan sonreír.

En 1958, en Suecia, ningún otro equipo de fútbol parecía capaz de detener a los brasileños. Ese año debutó Pelé quien condujo a los sudamericanos a su primera conquista del mundo; aunque Pelé contó con un excelente equipo en el que sobresalía la magia de Garrincha, recordado por el control que podía ejercer sobre la pelota.

La agilidad con las piernas del brasileño parece que quedaba en esa parte del cuerpo. Una tarde Garrincha salió a pasear por las calles suecas y en una tienda compró un radio de transitores, lógicamente mucho más pequeño que los que se vendían a no tan alto precio por todo el mundo. Con su nueva compra, Garrincha llegó feliz a la concentración de su equipo y todos lo felicitaron por la adquisición, que había sido carísima.

El único que no se acercó a felicitarlo fue el masajista. Después que pasó la euforia, este habilidoso hombre llamó aparte a Garrincha y le dijo que el vendedor lo había estafado. Esas palabras cayeron como un cubo de agua fría en el jugador quien no entendía dónde estaba el engaño. El masajista continuó con su discurso: “sí, te estafaron, porque ese radio solo transmite en sueco, no te servirá en Brasil”, le dijo muy confiado.

De inmediato Garrincha encendió la radio y por supuesto que lo que escuchó fueron todas estaciones suecas. Su alegría desapareció, porque “qué haría él con un radio que solo transmitía en sueco”. El masajista le propuso un cambio: “mira, te lo compro en 40 dólares y te prometo que nadie se enterará de tu pifia”.

Esa súbita oferta agradó al malhumorado Garrincha quien vendió rápidamente su flamante radio de transitores, que según el poco ágil de mente jugador, “solo transmitía en sueco”. El masajista no cumplió su palabra.

Ya sabemos que el calzado es fundamental en los partidos de fútbol; sin embargo, en 1938 Leónidas da Silva, un atacante brasileño, entró a los libros de récords por dos hechos interesantísimos: anotó cuatro goles en el partido que Brasil le ganó a Polonia por 6 a 5 y de esta manera se convirtió en el primer jugador que logra tal hazaña en los Mundial; pero lo mejor fue que Leónidas, durante uno de sus ataques, perdió un zapato. No obstante, este obstáculo no lo detuvo y el sudamericano siguió avanzando hacia la portería polaca. Una vez frente a ella, sin zapato, golpeó la pelota que terminó en las redes europeas. Nunca antes un futbolista había logrado un gol descalzo en un evento relevante. Nadie más lo ha vuelto a realizar.

Le propongo compartir también algunas historias sobre futbolistas realmente longevos o que jugaron para más de un país. Por ejemplo, el sueco Eric Nilsson  y el suizo Alfred Bickel fueron los únicos atletas que participaron en la Copa de 1938 y luego reaparecieron en el siguiente Mundial, después de la segunda Guerra Mundial ¡12 años más tarde! en 1950. Sin dudas, una gran prueba de resistencia de estos dos jugadores.

Los cambios de nacionalidades en los atletas son un problema realmente muy contemporáneo; sin embargo, en el fútbol se vivieron desde mucho antes. El argentino Luis Monti, quien obtuvo la medalla de plata con su selección en la versión inaugural de las Copas, en 1930, cuatro años después defendió los colores italianos y se coronó campeón mundial. Monti es el único en la historia que ha disputado dos finales para equipos diferentes. No obstante, han existido otros que también han vestido uniformes diferentes. Ferenc Puskas disputó la final del Mundial de 1954 con Hungría y luego jugó con España; mientras Mazzola quedó campeón con Brasil en 1958; sin embargo, adoptó la nacionalidad italiana y con los azurris participó en la Copa de 1962; aunque no obtuvo tan buenos resultados como con los sudamericanos.

Después de estos cambios que alarmaron a no pocos, la Federación internacional adoptó una excelente decisión: aquel jugador que jugara un partido oficial, con un determinado país, no podría disputar otro partido oficial bajo una bandera diferente. Ojalá otras instituciones deportivas siguieran un camino similar; aunque a pesar de la medida tampoco se puede negar que los cambios de nacionalidades todavía siguen golpeando al fútbol,

Las supersticiones son una constante en el deporte, por tanto, hay varios ejemplos interesantes como el del técnico argentino Carlos Salvador Bilardo quien fue campeón en México 1986, con aquel brillante equipo, liderado por el genio de Diego Armando Maradona.  Ese año el técnico les prohibió a sus jugadores que comieran carne de pollo durante las concentraciones. ¿Sabe por qué? De acuerdo con Bilardo, esta carne les traía mala suerte, así que los argentinos vivieron el Mundial a base de carne de res. Me imagino que después del espectacular éxito por tres goles a dos sobre la entonces Alemania Federal, Bilardo reforzara su superstición.

Y una última historia curiosa. Ocurrió en el Mundial de 1982 y todavía es difícil de creer. En el partido que enfrentó al reino de Kuwait contra Francia, los galos ganaban fácilmente 4 por 1; pero las cosas se complicaron cuando cayó el cuarto tanto francés, pues esto enfureció tanto al príncipe heredero de Kuwait que bajó al terreno, con su séquito detrás, vestidos todos con los trajes tradicionales de su país. El espectáculo debió ser impresionante, ya que el multimillonario jeque increpó al árbitro principal, el soviético Stupar, por un supuesto mal trabajo, ya que alguien desde las tribunas había sonado un silbato y esto provocó que los kuwaitíes se detuvieran.

Después de discutir duramente con el juez, todavía no se sabe en qué idioma, el soviético anuló el gol; sin embargo, el príncipe no pudo hacer nada para borrar los otros tantos, así que Kuwait cedió ante los franceses y se despidió del Mundial de 1982 en la primera fase.

2 comentarios

    • micolumnadeportiva

      Saludos una vez más al comentarista más asiduo, gracias por el mensaje, debo publicar en estos días de «banda ancha» otras anécdotas más que reescribí para el programa de radio que escribo y conduzco todos los domingos en Habana Radio.

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