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El hombre más malo del planeta en La Habana

Mike Tyson en La Habana, en 2002
Mike Tyson en La Habana, en 2002

Desde que se supo su presencia en La Habana, por aquellos primeros días de enero de 2002, varios periodistas de diversos medios extranjeros acreditados, con ínfulas de papparazzis, se apostaron en la recepción del hotel Meliá Habana. No todos los días aparecía la oportunidad de entrevistar al “hombre más malo del planeta”. Desde el elevador llegaron los primeros gritos, las imprecaciones. Los flashes de las cámaras inundaron el vestíbulo y el hombre, conocido mundialmente por su mal genio, perdió el control, la tomó con los periodistas y comenzó a arrojarles los objetos que encontró a mano. Ellos, sin declaraciones y pocas fotografías, tuvieron que retirarse del hotel. Él también lo hizo al día siguiente. La corta aventura habanera del boxeador norteamericano Mike Tyson no había terminado de la mejor manera y su nombre estaba de vuelta en los diarios, aunque en esta ocasión no por un nuevo y espectacular fuera de combate en una pelea. Esos tiempos parecían lejanos. Tan lejos que pocos lo recordaban como el campeón de peso pesado más joven del planeta. Ahora su figura iba asociada a los escándalos de todo tipo, sobre todo sexuales.

Desde muy pequeño Tyson mostró condiciones para el boxeo. En su barrio de Brooklyn tenía una habilidad especial para buscarse problemas. Los niños se burlaban de su feo rostro y su extraña forma de hablar. Él resolvía las burlas con los puños. Aprendió a leer casi al mismo tiempo que a robar. Lo expulsaron de la secundaria y fue internado en una escuela para jóvenes con problemas de conducta. De allí lo sacó el promotor de boxeo profesional Cus d’ Amato y, gracias a su apoyo, Tyson perfeccionó su estilo de combate. Con 18 años tuvo la posibilidad de participar en la Olimpiada de Los Ángeles y era el favorito para representar a Estados Unidos, pero perdió en dos ocasiones ante Henry Tillman y se escaparon los sueños olímpicos. La otra parte de la novela de su vida era predecible. Tyson saltó al profesionalismo y durante más de seis años fue intocable.

Debutó en 1985 con un fuera de combate contra Héctor Mercedes y meses después venció a Trevor Berbick por lo que se convirtió en el campeón más joven de los pesos pesados del Consejo Mundial de Boxeo (WBC), una de las múltiples organizaciones que coexistían en el complejo panorama del pugilismo profesional. Aquellos eran sus días de gloria.

Los títulos continuaron y nadie parecía capaz de frenar el ímpetu del muchacho quien poseía una extraordinaria fuerza y mandaba a sus rivales a la lona fácilmente. La coordinación de sus manos y la rapidez con la que se trasladaba por el cuadrilátero lo convirtieron en un peleador invencible. En realidad Tyson tuvo, durante toda su vida, un solitario y poderoso rival: él mismo.

Hasta 1990 Tyson conquistó todos los campeonatos profesionales. En el mundo comenzaron a llamarlo como “el hombre de hierro” y “el hombre más malo del planeta”. Sus 19 triunfos consecutivos por fuera de combate llamaron la atención. Además, su controvertida personalidad y los continuos escándalos con su esposa lo colocaron en el centro de la atención por los grandes medios.

En 1988 Don King se interesó por la nueva estrella. El excéntrico empresario, uno de los magnates del boxeo, con un corte de pelo que lo ha hecho merecedor de varias parodias, compró el contrato de Tyson. Bajo la tutela de King aumentaron las peleas y los éxitos continuaron hasta el 11 de febrero de 1990 cuando un inspirado James “Buster” Douglas se sobrepuso a un conteo de protección y le propinó al campeón su primera derrota. Tyson era favorito por 42 puntos.

La noche del 18 de julio de 1991 la vida de Tyson dio otro desagradable giro. Ese día el campeón perdió la cabeza y violó a la joven modelo Desiree Washington. Unos meses después un jurado lo encontró culpable y Tyson fue condenado a seis años de prisión. Solo cumplió tres y salió dispuesto a recuperar el terreno perdido.

Por un tiempo muchos pensaron que sería posible una reinserción plena del boxeador. Tyson todavía tenía excelentes condiciones físicas y, aunque había perdido algo de su antigua velocidad, no mostraba señales de estar terminado.

En 1996 conquistó el título del Consejo Mundial de boxeo con un fuera de combate ante Frank Bruno en Las Vegas. Los promotores comprendieron que era el momento de subirle la parada y le propusieron un enfrentamiento con otro grande, Evander Holyfield.

Esta vez Tyson no mostró toda la agresividad acostumbrada sobre el ring y Holyfield se llevó el triunfo en 11 asaltos. El “hombre de hierro” no quedó conforme con el resultado y reclamó que las continuas entradas con la cabeza de su rival le impedían completar su plan de pelea. La revancha quedó fijada para junio de 1997. La enorme campaña mediática que precedió al nuevo encuentro recaudó los millones de dólares necesarios para convencer a los dos peleadores. Tyson recibió 30, Holyfield 35. Las mayores cifras en la historia hasta ese momento. Millones de hogares pagaron la transmisión de la pelea desde Las Vegas.

Aquel encuentro puede considerarse como uno de los más polémicos de todos los tiempos. En el primer asalto el árbitro le llamó la atención a Tyson por morder la oreja de su contrario. Las mordidas siguieron y en el tercer asalto Holyfield se llevó, desesperadamente, las manos a la cabeza. Desde la oreja derecha comenzó a salir sangre. Las repeticiones de la televisión mostraron cómo las mandíbulas de Tyson se cerraron con fuerza sobre Holyfield y le arrancaron un pedazo de la oreja que luego fue recuperado en el suelo del cuadrilátero.

La descalificación de Tyson fue inmediata. Su figura quedó marcada para siempre. Ya nunca más sería campeón, sino un violador que mordió en una pelea a un contrario. La Comisión Atlética del Estado de Nevada lo obligó a pagar 3 millones de dólares y le revocó la licencia que le permitía combatir en ese estado. Pidió perdón a Holyfield, pero nadie creyó sus palabras.

A partir de ese momento los escándalos en la vida personal de Tyson se volvieron cotidianos. Regresó a prisión durante un año por un altercado que tuvo en un accidente automovilístico y su publicitado regreso al boxeo, ante Lennox Lewis, devolvió a un hombre golpeado por los años. Tyson apenas fue una sombra del gran peleador de la década de los ochenta y Lewis lo puso fuera de combate en el octavo round.

En 2003 Tyson se declaró en bancarrota. Había dilapidado 300 millones de dólares. Se retiró del boxeo y no dudó en reconocer en el programa “La noche del 10”, conducido por Diego Armando Maradona, que su vida había sido una locura, pero ahora era feliz.

En 2007 fue acusado, una vez más, por posesión de drogas. Extraña manera de ser feliz.

Publicado en Habana Radio

1 comentario

  • Cubano-Americano

    Esa es la historia de una gran mayoria de negros americanos que no se han sumado a la sociedad americana y mas, bien han querido vivir de ella….menos mal que Obama ha dado un giro en ese sentido que ha beneficiado y dado ejemplo, sobre todo, a la comunidad negra americana…yo vi la pelea de Tyson…fue tal como la narras…fue un bochorno…lo mismo paso con OJ Simpson que ahora , la vida le paso la cuenta con mas de 20 anos de prision…a pesar de salir absuelto al mata a su exesposa y al amigo de esta….la comunidad negra lo saco en el juicio mas bochornos de la historia y que me hizo dudar de la justicia americana por primera vez….pero ahora se ha hecho justicia…el que la hace …la paga!!…Esa es la ley del Kharma….

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